Hay nervios, porque el 4 de noviembre se acerca, porque unos quieren remontar en las encuestas y otros quieren mantener su ventaja, y porque esta noche en Nashville (Tennesee) se celebra el segundo debate electoral. Será un debate con un formato especial, ya que los candidatos se someterán a las preguntas del público. Las campañas de Barack Obama y John McCain se hallan en plena velocidad de crucero, y eso implica recurrir a la guerra sucia para atacar o defenderse de los ataques del otro bando. Todo vale, desde resucitar el pasado hasta cuestionar las finanzas del adversario.

"Prefieren intentar derribar nuestra campaña que levantar el país", se lamentó Obama por la estrategia de McCain cuando la crisis económica ha disparado al demócrata en los sondeos hasta el punto de que, si hoy se celebraran las elecciones, el senador por Illinois arrasaría. Contestaba así Obama a las acusaciones de Sarah Palin, que vinculó al demócrata con Bill Ayers, uno de los fundadores en los 70 de la organización radical izquierdista Weather Underground, responsable de atentados con bomba en el Capitolio y el Pentágono y de la muerte de un policía.

Pero la campaña de Obama ha replicado resucitando un escándalo de McCain. A través de un vídeo y de una web (KeatingEconomics.com), los demócratas recuerdan la bancarrota en 1989 del banco Lincoln Savings and Loan, que costó al contribuyente 2.000 millones de dólares de entonces y acabó con su gestor, Charles Keating, juzgado por fraude. En 1991, McCain testificó ante el Comité de Etica del Senado, ya que el republicano fue uno de los legisladores que se entrevistó con los reguladores federales en favor de Keating. El comité no halló nada punible en la actuación de McCain, pero sí criticó su "pobre juicio". El escándalo es una forma de crear sospechas sobre McCain y vincularlo a la crisis de Wall Street.

RECAUDACION IRREGULAR La respuesta a la respuesta ha venido del propio Partido Republicano, cuyo Comité Nacional anunció que denunciará a la campaña de Obama por irregularidades en la recaudación de fondos. Según los republicanos (y algunas investigaciones periodísticas), la campaña de Obama no controla a los millones de pequeños donantes que han aportado más de la mitad de los 454 millones de dólares recaudados hasta ahora. No controlarlos significa que, a través de donaciones por internet, se pueden haber vulnerado normas, como la que prohíbe a extranjeros aportar más de 2.300 dólares.