John McCain prometió hoy a su partido devolver a Washington los ideales republicanos en un discurso en el que aceptó la candidatura a la presidencia de EE.UU. y se presentó como un hombre independiente con la experiencia de la que carece su rival. "Vamos a cambiar Washington", anunció el senador de Arizona ante los miles de delegados y miembros del partido presentes en el Xcel Energy Center, en el centro de St Paul (Minnesota). Y describió ese cambio en base a los principios tradicionales de su partido: impuestos bajos, disciplina en el gasto y mercados abiertos.

La intervención de McCain fue la última del día y la clausura de la convención, que comenzó el lunes. Le precedió un video que, con música de la serie "Dallas", alababa su vida y destacaba en especial los cinco años y medio que pasó en una cárcel en el centro de Hanoi durante la guerra del Vietnam. Habló en un estrado modificado particularmente para él, con una rampa que avanzaba hacia el público, en un estadio de hockey con un aforo de unas 20.000 personas.

Se trataba de un entorno mucho más íntimo que el gigantesco estadio de fútbol americano en el que su rival, Barack Obama, aceptó el nombramiento de su partido como candidato a la Casa Blanca hace una semana. La cercanía física de los fieles republicanos no le impidió tirar de las orejas a sus correligionarios, en un apelo a los votantes de centro que le escuchaban desde sus casas en horario de máxima audiencia. "Perdimos la confianza del pueblo estadounidense cuando algunos republicanos cayeron en la tentación de la corrupción", afirmó McCain, ante el silencio de la audiencia.

Sus ejes fundamentales

"No trabajo por un partido, no trabajo para un grupo de interés, no trabajo para mí mismo. Trabajo para ustedes", dijo el senador de Arizona, que fue interrumpido en un momento dado por una manifestante a favor del aborto. Para llevar ese cambio a las estructuras de gobierno del país, McCain se apoyó en la gobernadora de Alaska y candidata a la vicepresidencia, Sarah Palin. "Estoy deseando presentarla en Washington", afirmó.

McCain no mencionó en su discurso el nombre del presidente George W. Bush, cuya popularidad está en mínimos, pero sí a Obama. En una intervención en la que la economía tuvo gran peso, le acusó de querer subir los impuestos, cerrar los mercados a la exportación e incrementar el gasto público. Y alertó de que su plan para crear un sistema de salud universal "pondrá a un burócrata entre ustedes y su médico".

McCain acudió también al segundo eje de su mensaje: la experiencia. "Nos enfrentamos a muchas amenazas en este mundo peligroso, pero no tengo miedo de ellas. Estoy preparado", dijo. "Extenderé la mano a cualquiera que me ayude a hacer progresar a este país de nuevo", prometió, y en una alusión a su tiempo como prisionero de guerra en Vietnam insistió: "tengo el historial y las cicatrices que lo demuestran".

McCain, que estuvo arropado por sus siete hijos, su esposa, Cindy, y su madre, terminó su discurso con un relato íntimo, que levantó a una audiencia donde abundaban los carteles que decían "McCain, héroe". El senador recordó la mañana de 1968 en la que fue derribado sobre Hanoi y las penalidades y torturas que sufrió a manos de sus captores. Su amor por EE.UU., según él, se hizo más intenso durante esos años. "Lo amaba, porque no era solo un lugar, sino una idea, algo por lo que merecía la pena luchar. Ya nunca fui el mismo. Ya no me pertenecía a mí mismo. Pertenecía a mi país", afirmó. "Mi país me salvó, no lo puedo olvidar", dijo McCain ante una audiencia enardecida, mientras en las gradas se leía el lema "el país primero".