Pasada la tregua de Nashville (el debate entre los dos candidatos, en el que John McCain no atacó personalmente a Barack Obama), la campaña del republicano ha retomado su estrategia de cuestionar la personalidad del candidato demócrata. Todos a una, Sarah Palin, Cindy McCain, los portavoces republicanos y los vídeos propagandísticos coinciden en dudar el patriotismo de Obama y en considerarlo peligroso para el país. Hay quien, como un líder local republicano de Pensilvania, recordó que el segundo nombre del demócrata es Husein.

Palin es la que más ataca, acusándole de ser "amigo de terroristas" y con frases del tipo: "Obama dijo que nuestras tropas en Afganistán están arrasando pueblos y matando civiles". Incluso la mujer de McCain, Cindy, puso su granito de arena para bajar aún más el nivel de la campaña de su marido, al insinuar que Obama pone en riesgo la vida de su hijo en Irak. "El día en que Obama votó para no apoyar a mi hijo cuando estaba sirviendo en Irak un escalofrío recorrió todo mi cuerpo", dijo la aspirante a primera dama. Además de los McCain, Palin y el número dos demócrata, Joe Biden, también tienen un hijo en Irak.

INTERRUPCIONES Está por ver si tanta negatividad acaba afectando a Obama. Sí funciona entre los conservadores, hasta el punto de que los más exaltados hacen oír su voz en los mítines. Así, se ha convertido en norma que los discursos de McCain y Palin sean interrumpidos por insultos y amenazas a Obama. "Traidor", "terrorista" y "mátalo" son algunas de las frases que se escuchan desde el público, sin que la campaña de McCain las desautorice.