Los equipos médicos desplazados a Haití, que ya se ven desbordados por el ingente número de heridos que siguen llegando, advierten del riesgo de que se disparen las gangrenas, así como los casos de tétanos, diarreas, meningitis y otras infecciones.

Si una catástrofe como la provocada por el terremoto resultaría dramática en cualquier lugar, en un país como Haití, donde el sida, la tuberculosis y la malaria estaban ya muy extendidos, amenaza con provocar uno de los peores desastres sanitarios del mundo. Los cadáveres están siendo incinerados o enterrados en fosas comunes para minimizar el riesgo de enfermedades.