El presidente ruso, Dmitri Medvédev, destituyó ayer mediante un decreto al poderoso alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que amenazaba con erigirse en un verdadero contrapoder al Kremlin, con críticas cada vez más frecuentes al dirigente ruso. Luzhkov se enteró de su destitución cuando ya estaba en su despacho. Medvédev alegó "pérdida de confianza" y designó al teniente alcalde Vladimir Resin, de 74 años, como alcalde en funciones.

El pulso entre Medvédev y Luzhkov se había endurecido mucho en las últimas semanas, a raíz de la participación de los medios informativos afines al Kremlin en una campaña de desprestigio contra el alcalde de la capital rusa. "No tengo el propósito de dejar el cargo voluntariamente", había dicho el lunes por la noche Luzhkov, ante las presiones recibidas.

Los ataques de la prensa contra el alcalde se multiplicaron después de que Medvédev le advirtiera de que, si no está de acuerdo con las políticas del Kremlin, se pasase a las filas de la oposición.

Las principales acusaciones contra Luzhkov tienen que ver con el presunto trato de privilegio que habría dado el Ayuntamiento de Moscú a las empresas de su esposa, Elena Baturina, la mujer más rica de Rusia.

Medvédev dio a conocer la destitución del alcalde díscolo mientras se encontraba de viaje en Shanghái, y ya dejó claro que no pensaba reunirse con él "en un futuro próximo", según aclaró el Kremlin. Según los analistas, la decisión del presidente ruso responde a la necesidad de exhibir su fuerza cara a las elecciones presidenciales del 2012.

En los últimos tiempos, Luzhkov había criticado cada vez más abiertamente a Medvédev y había dado a entender que tenía el apoyo del primer ministro, Vladimir Putin. Ayer, horas después del anuncio de la destitución, Putin callaba.

AMPLIO RESPALDO POPULAR Yuri Luzhkov se hizo con la alcaldía de Moscú en 1992, tras la caída del imperio soviético y con Boris Yeltsin como presidente del país. Hombre enérgico y de moral conservadora --calificó de "obra de satán" los desfiles de la comunidad gay-- ha transformado Moscú en una ciudad moderna, dinámica y lujosa, lejos de esa imagen gris de la capital soviética de antaño.

Sus detractores le han echado en cara, sin embargo, haber destruido edificios históricos de Moscú y haber fomentado y alimentado la especulación.

Luzhkov cuenta todavía con un importante respaldo popular. Las últimas encuestas indican que el 52% de los moscovitas apoyaban que continuase en el cargo, a pesar de que el 56% opinaban que es un corrupto.