La resistencia iraquí volvió a mostrar ayer que está lejos de debilitarse, a pesar de las operaciones militares a gran escala llevadas a cabo por las tropas norteamericanas. En otra jornada sangrienta, al menos 25 personas murieron en ataques de los insurgentes en diferentes puntos del país. El más mortífero tuvo lugar en la ciudad de Tikrit, lugar de nacimiento del dictador Sadam Husein, donde 17 civiles, empleados de una empresa que trabaja para el Ejército de EEUU, perdieron la vida en una emboscada tendida por los rebeldes.

EMPLEADOS IRAQUIS Las víctimas viajaban en dos autobuses que se dirigían a un depósito de armas situado a las afueras de la ciudad de Tikrit, a 180 kilómetros al norte de Bagdad. En estas instalaciones, trabajadores iraquís de una empresa contratada por el Ejército estadounidense se dedican a desmantelar munición de las antiguas Fuerzas Armadas de Sadam Husein. Cuando los trabajadores descendían de los autobuses, hombres armados que viajaban en dos vehículos abrieron fuego a discreción con armas automáticas. Además de los 17 muertos, otros 13 trabajadores resultaron heridos.

Una hora más tarde, cerca de la ciudad de Baiji, a unos 200 kilómetros al norte de Bagdad, un coche bomba conducido por un suicida se lanzó contra un convoy de la Guardia Nacional iraquí. La explosión acabó con la vida de tres uniformados, uno de ellos un alto oficial, y dejó a otros 18 heridos.

Otros dos miembros de la Guardia Nacional fallecieron también en otro ataque de los insurgentes en Latifiya, al sur de la capital. Precisamente, desde esta zona --conocida como "el triángulo de la muerte"-- unidades del Ejército británico empezaron el sábado a replegarse a su base en Basora, tras haber sustituido a parte de las tropas norteamericanas que intervinieron en el asalto a la ciudad de Faluya.

SAMARRA Y RAMADI La violencia se extendió también a Samarra, ciudad que desde el pasado octubre está bajo control del Ejército de EEUU. Los rebeldes atacaron a una patrulla formada por soldados iraquís. Uno de ellos murió y otros cuatro quedaron heridos. Y en Ramadi, vecina de la devastada Faluya, un ataque con morteros acabó con la vida de una mujer y un niño.

El alto mando estadounidense, por su parte, dio cuenta ayer de la muerte de otros dos soldados norteamericanos en Mosul. Los militares cayeron mortalmente heridos el sábado, durante los combates que se libraron cerca de una mezquita de la ciudad. En el enfrentamiento murieron también seis rebeldes.