Al menos 70 pasajeros perdieron la vida ayer cuando el avión en el que viajaban se estrelló en una zona montañosa del noroeste de Irán en medio de una meteorología adversa marcada por la escasa visibilidad causada por la niebla, el fuerte viento y la nieve. Aproximadamente una treintena de personas, de un total de 105 entre pasajeros y tripulación, lograron salvar la vida tras ser rescatados de entre el fuselaje y la nieve.

El Boeing 727 de la compañía nacional iraní Iranair cubría el trayecto entre la capital, Teherán, y la localidad de Urumiyeh, cerca de la frontera con Turquía. El aparato despegó con una hora de retraso del aeropuerto de Mehrabad, en el sur de Teherán, por los informes meteorológicos adversos que llegaban desde el aeropuerto de destino. Precisamente, el siniestro se produjo cuando el avión se disponía a realizar un aterrizaje de emergencia solicitado por el piloto poco antes de llegar al destino. Una fuerte tormenta de nieve, según las primeras investigaciones, hizo que el piloto perdiera el control del aparato antes de llegar a las pistas de Urumiyeh.

El responsable de los servicios de urgencia iranís, Gholam Reza Massoumi, informó poco después del accidente de las grandes dificultades que presentaban las labores de rescate en una zona montañosa y con cerca de 70 centímetros de nieve.

Irán ha sufrido una quincena de accidentes aéreos en los últimos 10 años con un balance global cercano a los 900 muertos. La flota aérea, tanto civil como militar, está bastante obsoleta y tiene graves carencias de mantenimiento. Esta situación se explica, según diversos expertos, por el embargo impuesto por EEUU sobre todos los componentes aeronáuticos en los años 80.