Los líderes de los Veintiocho han celebrado este jueves en Bruselas el 30º aniversario de la adhesión de España y Portugal a la Unión Europea, entonces llamada Comunidad Económica Europea. Con esas dos incorporaciones, el club pasó a tener 12 miembros, después fueron 15, posteriormente 25 (con la entrada en bloque de los países del Este), 27 (Bulgaria y Rumanía) y, finalmente, 28 (con Croacia). Como esa dinámica expansionista se dio de bruces con la crisis financiera del 2008 y ha recibido la puntilla del brexit, este mismo año, los dirigentes europeos han debido de pensar que cualquier excusa es buena para celebrar la Unión.

Los gobiernos español y portugués han escogido a un cocinero cada uno para pensar el menú que este jueves han disfrutado 120 personas: los jefes de Estado y de Gobierno y sus equipos. La Moncloa le pidió hace unas semanas a Pepe Solla (Casa Solla, en Pontevedra), que tiene una estrella Michelin, que se coordinara con el elegido por el Ejecutivo portugués (José Avillez, dos estrellas) para hacer una propuesta.

En total, los dos cocineros enviaron tres ideas a Bruselas y el Consejo Europeo escogió este menú: de entrada, crema de castañas con perdiz en escabeche; merluza con puré de tubérculos, ensaladas y ajada, y de postre, pastel de nata de mil hojas con helado de canela. Para regar la comida, un blanco (Alvariño Rías Baixas, Leirana Genoveva 2014), un tinto (Rioja Tondonia 2004) y un dulce (Porto). Solla se ha encargado del plato principal y Avillez, del primero y el postre. Pero, pese a rumiar y pensar hasta el último ingrediente, los dos profesionales no han podido ejecutar los platos.

GUISAN OTROS POR SEGURIDAD

Por motivos de seguridad, ha sido el personal fijo de la cocina del Consejo Europeo el que ha comprado el género y lo ha guisado. “Estuve el martes pasado aquí para entrenar a los cocineros”, explicó esta mañana en la sala de prensa Solla. “Me llamo Presidencia, me hizo la propuesta y les dije inmediatamente que sí. Es muy bonito, aparte de la responsabilidad, claro, pero es bonito”, comentó.

El chef dijo que no estaba demasiado nervioso, solo el típico “hormigueo”, porque “el trabajo previo estaba bien hecho”. El menú tuvo que pasar “ciertos filtros de protocolo”, como que no tuviera cáscaras o conchas y fuera fácil de comer.