Por tercera vez en 15 días, el eje franco-alemán bloqueó ayer en la OTAN las iniciativas de Estados Unidos de activar la maquinaria militar contra el régimen de Irak.

La argumentación de Francia y Alemania es coherente con la postura que los dos países más importantes de la Unión Europea han mantenido sobre el conflicto: autorizar los planes militares sería adelantarse a los acontecimientos, dar los hechos por consumados y primar la vía bélica a la diplomática.

Si la resolución de la crisis está aún en manos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, París y Berlín son consecuentes al intentar la solución pacífica. Esta postura no condiciona la posición final de un país como Francia, cuya decisión será determinante al disponer del derecho de veto, sino que le permite cualquier margen de maniobra. Los que van demasiado rápido, sin respetar los plazos, son Estados Unidos y sus aliados incondicionales --de nuevo con España de escudero--, para los que las sesiones en la ONU parecen un mero trámite de un ataque ya decidido de antemano.