El flamante nuevo presidente Carlos Mesa comenzó ayer a formar su Gobierno de transición mientras la tranquilidad se adueñaba de la Paz y las principales ciudades bolivianas que fueron escenario de la revuelta social más importante de los últimos 50 años y que obligó a Gonzalo Sánchez de Lozada a abandonar el poder y huir a Estados Unidos.

"Los bolivianos quieren un Gobierno sin los partidos políticos", dijo Mesa ante el Congreso, apenas horas antes de iniciar las gestiones para formar su Gabinete. El mandatario interino prometió convocar a una consulta popular de carácter vinculante para decidir el futuro de los recursos energéticos. La tentativa de vender gas natural a EEUU --pasando por un puerto chileno y con dividendos para el Estado de apenas el 18%-- prendió la mecha de la protesta que en un mes costó la vida a 74 personas.

LEY POLEMICA

Además, Mesa anunció que se revisará una polémica ley de hidrocarburos que, según la posición, fue hecha a medida de las empresas petroleras extranjeras. Otro de los anuncios claves en la madrugada de ayer tiene que ver con uno de los principales anhelos de la sociedad: la convocatoria de una Asamblea Constituyente que permita sentar las bases de un país diferente al actual, donde casi el 50% de la población, en su mayoría indígena, vive con menos de dos euros diarios. Mesa pidió a los líderes de la revuelta "comprensión" y "generosidad". "Nos estamos jugando el destino", advirtió. En un tono similar se pronunció la Iglesia católica.

El dirigente de los cocaleros y del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, no se demoró al responder: "Daremos un respiro al nuevo Gobierno para que se organice y pueda atender nuestras demandas". Pero agregó: "No podemos sentirnos victoriosos, porque el poder no está en el pueblo". Por su parte, el indigenista Felipe Quispe, que inició las protestas el 15 de septiembre, advirtió de que Mesa "tendrá que cumplir" promesas de gobiernos anteriores que cayeron en el olvido.

En este contexto, Estados Unidos lamentó "las circunstancias, incluyendo la pérdida de vidas", que llevaron a Bolivia a su peor crisis política desde que recuperó la democracia. En una declaración leída por Adam Ereli, portavoz adjunto del Departamento de Estado, el Gobierno norteamericano instó a "todos los bolivianos" a "trabajar juntos para fortalecer las instituciones democráticas por medios constitucionales y un diálogo pacífico".

VUELTA A LA NORMALIDAD

Después de una semana de tensión y los festejos tras la caída del Goni , La Paz recobraba su normalidad. Los tanques se alejaron de la sede presidencial. Las calles eran despejadas de piedras y barricadas. El bloqueo de los accesos se levantaba. El consumo se reactivaba con lentitud, lo mismo que el aeropuerto internacional de El Alto, la localidad lindante a la capital que se convirtió en epicentro de la crisis.