No faltan quienes cuestionan la metodología del censo para realizar los estudios sobre pobreza, pero la mayoría de los expertos coinciden en que es la mejor medición disponible. Cuando se desarrollaron los parámetros para trazar el umbral de la pobreza en los años 60, el indicador principal era el precio de la comida, y con los años se han ido incluyendo ajustes como la inflación, el coste de la vivienda, el de la atención médica y el de la energía. Lo que aún no se mide es el efecto de ventajas fiscales y prestaciones sociales como los sellos de comida. Si se hubieran contabilizado, 8 de los casi 44 millones clasificados como pobres no estarían en ese grupo.