Fue un operativo militar de precisión similar al que los latinos de media Norteamérica iban a ver por la tele pocas horas después en la serie colombiana El capo. Un comando del Ejército mexicano mató el jueves en una casa de Guadalajara al gran narcotraficante Ignacio Nacho Coronel, uno de los tres jefes del cártel de Sinaloa, el mayor del continente, y brazo derecho del poderoso Joaquín el Chapo Guzmán.

Iniciador del tráfico de drogas a gran escala, Coronel igual llevaba cocaína a los barrios de EEUU y Europa que llenaba las discotecas con las nuevas drogas sintéticas que producía. Por eso le llamaban el Rey del hielo, o del cristal, nombres de esas pastillas.

Desde Guadalajara y su estado de Jalisco, en el oeste de México, Nacho Coronel dirigía laboratorios clandestinos; controlaba llegadas y salidas de cargamentos de droga en costas, aeropuertos y carreteras de la zona central del Pacífico mexicano. Pasaba inadvertido, siempre solo, vestido con ropa deportiva, cuidado por su hombre de confianza.

Pero a golpe de teléfono mandaba también por el Atlántico, a Europa, cargamentos de cristal, y dirigía los combates que enfrentan al cártel de Sinaloa con las demás mafias mexicanas por el control de rutas, fronteras y territorios desde que el presidente del país, Felipe Calderón, les declaró la guerra en cuanto asumió el poder en diciembre del 2006. En esa guerra han muerto ya 25.000 personas.

A sus 56 años, aún con aspecto juvenil, Nacho Coronel era un narco de los viejos. No en vano se lanzó a traficar a lo grande al lado del ya mítico Amado Carrillo, el Señor de los Cielos, o casó a una sobrina con el mismísimo Joaquín el Chapo Guzmán, quien aparece hasta en la lista de magnates de la revista Forbes.

RENDICION El operativo de precisión del Ejército sorprendió a su segundo, Irán Quiñones, que se rindió a los soldados sin chistar. Pero Ignacio Coronel empuñó su pistola y fue el primero en disparar cuando los militares entraron en su habitación.

Su camiseta blanca mostró enseguida las manchas de dos balas letales, pero el capo consiguió matar antes al militar que encabezaba el comando, e hirió a un segundo oficial.

Ayer, en la sierra Madre de Sinaloa y en los tugurios fronterizos, se cantaban ya nuevos narcocorridos para convertir en leyenda a otro narco que "lo tuvo todo y murió matando". El presidente Calderón lamentó la muerte de otro soldado, al tiempo que mostraba un nuevo --quizá el mayor-- trofeo de una guerra larga y cruenta.