La tensión en la frontera entre México y Guatemala estalló en una batalla campal. Cientos de centroamericanos cruzaron el lunes a pie el río que separa ambos países y en la otra orilla les recibió un muro humano de escudos y gases lacrimógenos. En el choque, tanto la Guardia Nacional mexicana como los migrantes se lanzaron piedras y la avalancha se dispersó para sortear la barrera de soldados.

El bajo caudal del Suchiate en esta época del año plantea un dilema para la primera caravana migrante de 2020: entrar a México por el puente fronterizo, el paso regular; o atravesar los 50 metros de agua para internarse clandestinamente, no sin antes escapar del cordón militar.

Miles de migrantes que partieron el jueves desde Honduras y Guatemala, aguardaban desde el sábado a las puertas de esos lindes en Chiapas, al sureste mexicano. El lunes entregaron una carta a las autoridades migratorias donde solicitaban al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (Amlo), permitir su acceso legal para continuar su camino hacia Estados Unidos. Tras el fracaso en el intento de diálogo y dos noches a la intemperie, se agotó la paciencia de al menos un millar, que se abalanzaron hacia la otra orilla.

400 DETENIDOS / La Guardia Nacional frenó a golpes el paso de la mayoría de los migrantes y muchos de los grupos que lograron zafarse se toparon con las autoridades migratorias entre las plantaciones por donde huían. En total, el Instituto Nacional de Migración (INM) reportó la detención de 400 extranjeros. «Los pocos que han llegado hasta Tapachula, muy lastimados, han caído en varias redadas en el centro de la ciudad» que se realizaron el lunes, cuenta un activista local.

El muro fronterizo de Donald Trump que materializó Amlo en forma de un fuerte despliegue militar desde mediados del 2019 cumplió su cometido de frenar el nuevo intento masivo de cruce hacia EEUU.

Unas 1.100 personas que el sábado accedieron de «forma organizada» por los cruces de Chiapas y Tabasco, según el INM, serán devueltas a sus países de origen. La mayoría fueron trasladadas a La Mosca, una antigua fábrica de fertilizantes, debido al colapso que sufre la estación migratoria Siglo XXI, la mayor cárcel de migrantes de Latinoamérica desbordada desde abril, cuando el Gobierno mexicano recrudeció su política al triplicar las detenciones en seis meses.

«El Gobierno mexicano los ha engañado. Cuando (los migrantes) aceptaron entregarse a las autoridades, desconocían que los iban a encerrar y luego serían deportados. No reciben información», alerta a este diario Enrique Vidal, el coordinador del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdoba.

Hace cuatro días, mientras la caravana atravesaba Guatemala, Amlo aseguró que disponía de 4.000 trabajos en el sur de México para estos extranjeros. «Es falso. Ahora mismo la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados está relegada de los operativos, por lo que no hay ningún enfoque de protección internacional y cero acceso a una regularización», indica Vidal.

LOS RIESGOS / El Gobierno de Guatemala informó de que en la última semana han cruzado por su territorio unos 4.000 migrantes. Se estima que la mitad aún permanecen varados en Tecún Umán, la ciudad fronteriza guatemalteca. La mayoría aguarda en la orilla del río o en el puente, sin un plan definido de cómo proseguir. En esa espera, «los migrantes corren el riesgo de secuestro, extorsión y violencia sexual», alertan oenegés que trabajan en la zona.

Por su parte, Amlo sostuvo que el objetivo de su política es darles refugio y registrarlos para ofrecerles seguridad y defendió la actuación de la Guardia Nacional en los últimos días al «procurar aplicar la ley sin violar derechos humanos».