Los tres grandes partidos de México aprobaron ayer una reforma de la tercera petrolera mundial, Petróleos Mexicanos (Pemex), en medio de amplias protestas populares encabezadas por el líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Su movimiento de resistencia civil acabó por impedir la apertura de la paraestatal al capital privado, como pretendía el presidente, Felipe Calderón.

La agitada y caótica jornada resumió nueve meses de intenso debate sobre una empresa septuagenaria que cualquier mexicano siente suya desde que sus abuelos dieron ahorros, animales y tierras para que el presidente Lázaro Cárdenas indemnizara a las compañías extranjeras.