Jamás José María Aznar había sido recibido con tanta hostilidad en un país iberoamericano. En la madrugada de ayer, su viaje relámpago a México devino una tempestuosa sucesión de críticas y protestas por el apoyo español a la guerra contra Irak. Ni siquiera quiso arroparlo su anfitrión, el presidente Vicente Fox, que, contrario al ataque, le invitó a cenar, pero se negó a comparecer junto a él ante los medios de comunicación.

El firme rechazo mexicano a la línea belicista de EEUU motivó que la visita de Aznar se interpretara como un intento de presionar a Fox. La prensa dio cuenta ayer del "fracaso" cosechado por Aznar.