El mexicano Alejandro Garniño fue Policía del Año de la ciudad de México dos años consecutivos. Agente modélico, de la noche a la mañana su suerte cambió. El 20 de junio, la policía llegó a una tardeada juvenil en la discoteca New´s Divine, en el norte de la ciudad, con armas largas y pasamontañas, y se desató la tragedia. En el minúsculo local se bebía y se bailaba. No había drogas, afirman los chicos, pero la Secretaría de Seguridad Pública dudó de ello y mandó a sus agentes a una operación mal planeada que dejó 12 muertos, tres policías y nueve jóvenes, tres de ellos menores. Garniño fue llamado a declarar, pero huyó. Ahora está detenido.

Mientras los mandos ordenaban el desalojo de la discoteca, los subordinados bloquearon las puertas y crearon una trampa mortal. En los momentos críticos se marcharon, sin dar siquiera los primeros auxilios a las víctimas de la avalancha.

Semanas después, el caso sigue caliente. Todo apunta a que la operación iba en realidad a beneficiar a los policías y mandos implicados. A sus bolsillos habrían ido las mordidas (pagos tras extorsión) por liberar a los cientos de jóvenes en su poder, algo común en el México actual. Solo tres de los 17 mandos policiales cesados por el caso New´s Divine han pasado por la cárcel.