El gobernante golpista de Honduras, Roberto Micheletti, se fue ayer a su casa. Pero la noticia no tiene el carácter que se esperaba, porque el denostado Goriletti se marchó con "la frente muy en alto" y sin renunciar al poder, cinco días antes de que lo asuma el presidente electo, Porfirio Lobo. También el miércoles, siete meses después del golpe de Estado, el presidente derrocado, Manuel Zelaya, saldrá de la Embajada de Brasil con un salvoconducto para viajar a la República Dominicana.

Todavía ayer, el presidente de Guatemala, Alvaro Colom, trató de persuadir a Porfirio Lobo para que, en su investidura, el día 27, "restituya aunque sea unos minutos" a Zelaya, para que se reconozca de inmediato al nuevo Gobierno. Pero todo apunta a que el telón va a caer tan de mala manera como los golpistas han ido trampeando la situación interna.