Los dos hombres que se presentan como "presidente constitucional de Honduras", el derrocado Manuel Zelaya y el interino Roberto Micheletti, iniciaron anoche el diálogo al frente de sus equipos de asesores en casa del presidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, con el fin de hallar una salida a la crisis que sacude a aquel país.

Arias, que preveía unas conversaciones largas, se reunió primero con cada uno de ellos, antes de instalarlos en su salón, cara a cara, pero en mesas distintas. El jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, habló por teléfono con el presidente costarricense para ofrecerle su ayuda en la difícil labor.

DISCUSION ACALORADA Cuentan en Honduras que una noche, hace pocos meses, Zelaya y Micheletti casi acabaron a golpes en medio de una acalorada discusión bañada en alcohol. Ayer, cuando finalmente se sentaron en las mesas de diálogo 11 días después del golpe de Estado, no llegaron con ánimos menos caldeados. Micheletti tuvo que dar una vuelta en su avión, porque la vecina Nicaragua denegó el permiso para que volara por su espacio aéreo la misma aeronave presidencial que el 28 de junio lo violó "al volar de Honduras a Costa Rica sin haber solicitado autorización". Era el avión en el que los militares deportaron a Zelaya, recién detenido en su casa y aún en pijama. Micheletti estuvo en un tris de no acudir a la cita de San José, la capital costarricense. Finalmente, su Consejo de Seguridad dio el visto bueno para el vuelo por una ruta alternativa. El presidente instaurado tras el golpe viajó como si fuera a cazar a un prófugo.

"Zelaya cometió delitos que tiene que pagar", señaló. No obstante, se mostró dispuesto a "escuchar y buscar soluciones para lograr la paz y la tranquilidad". Su intención era regresar lo antes posible a Tegucigalpa, pese a que todo apuntaba a que las conversaciones se prolongarían hasta el fin de semana.

También el presidente depuesto, que llegó el miércoles a San José, tildó de "criminal" a Micheletti y resaltó que ya "el mundo lo ha condenado". Zelaya, en este sentido, mostró curiosidad por "qué va a decir este golpista" y alabó a Costa Rica como "un país democrático donde no hay golpes de Estado ni fuerzas armadas que puedan darlos". Agregó incluso: "Se ha creado en Costa Rica un régimen de excepción al recibir a un criminal que ha golpeado al pueblo y la democracia. Recibirlo y no capturarlo ya es un estado de excepción".

DESAVENENCIAS PERSONALES Los dos mandatarios solo coincidieron en señalar: "Nada de negociación; solo diálogo". Bastante fue que se sentaran a las mesas dispuestas por el experto mediador Oscar Arias y al menos intercambiaran unas palabras, aunque sin limar asperezas personales. Las discusiones en busca de una salida a la situación quedaron en boca de sus equipos de asesores. Entre los de Micheletti destacaban el exministro de Exteriores Carlos López, el empresario y político democristiano Arturo Corrales y la expresidenta de la Corte Suprema de Justicia Vilma Morales.

A Manuel Zelaya le acompañaron, entre otros, el exministro de Defensa y exvicepresidente Arístides Mejía y la exministra de Exteriores Patricia Rodas.