"Gracias por hacerme parte de esta historia", ha manifestado Michelle Bachelet una vez que se ha confirmado lo que todo Chile sabía: que la victoria electoral estaba garantizada. Volverá a la presidencia en marzo del 2014. Ha ganado con el del 62,16% de los votos. Evelyn Matthei, su antigua amiga de la infancia y candidata de la derecha, ha obtenido poco más del 37% de votos.

La victoria de la izquierda ha sido festejada en la Alameda, la principal avenida de Santiago. Allí, una Bachelet eufórica ha asegurado que "es el momento de iniciar transformaciones de fondo, con responsabilidad y con energía, con amplitud y voluntad de diálogo, con unidad y determinación". Según la candidata de Nueva Mayoría, la coalición que integran socialdemócratas, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, "están las condiciones sociales y políticas" para esos cambios anhelados por buena parte de la sociedad. "Chile: por fin ahora es el momento. Tenemos la fuerza ciudadana, las mayorías parlamentarias y en los consejos regionales, las condiciones políticas sociales, tenemos la voluntad y la unidad".

La derecha ha participado en esta segunda vuelta electoral como si fuera una ineludible formalidad institucional. Pero siempre ha sabido que, en política, los milagros no cuentan. Matthei fue una candidata de emergencia, ante la inesperada renuncia de Pablo Longueira, y ni siquiera contó con el respaldo de importantes dirigentes de su comunidad. Cuando el magnate Sebastián Piñera llegó al Gobierno, en marzo del 2010, en medio de los efectos devastadores del terremoto, los conservadores pensaron que no solo reconstruirían lo caído sino que edificaban los cimientos de una prolongada hegemonía política.

Errores de la derecha

Pero la distancia entre esos sueños y la realidad se midió en las calles: estallaron los conflictos estudiantiles y se hizo visible un profundo anhelo de cambios sociales y culturales. Después de cuatro años, la mayoría de los chilenos parece darle la espalda a la exaltación del libre mercado. Reclama educación pública y gratuita más equidad, nuevos derechos y la recuperación de otros que la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90) les arrebató.

Andrés Allamand, uno de los dirigentes más lúcidos de la derecha, ha subrayado que la alianza de Renovación Nacional y la ultracatólica Unión Demócrata Independiente (UDI) no leyeron bien las transformaciones de los últimos años y han pagado el precio de semejante impericia. "Se pensó, quizás equivocadamente, que atiborrar a la ciudadanía con cifras económicas era suficiente para obtener su respaldo", ha apuntado.

Matthei ha tratado de sonreír ante las cámaras y su esfuerzo se ha hecho evidente. Ha intentado quitar responsabilidades a Piñera y ha asumido todo el coste de la debacle electoral.

"Al servicio de un nuevo destino"

En cambio, en Nueva Mayoría ha imperado el sentido festivo. Bachelet lo ha acompañado con algunas definiciones de peso. "Hoy abrimos una nueva etapa", ha afirmado, "y lo hacemos reconociendo la labor que a cada generación y a cada gobierno democrático le ha correspondido en el desarrollo de Chile". Según la presidenta electa, "hemos construido un país del que podemos sentirnos orgullosos, con una economía sana, una democracia estable y una sociedad y una ciudadanía empoderada y consciente de sus derechos", ha dicho. Pero, de cara al futuro, ha advertido: "Debemos plantearnos un desafío más alto. Debemos marcarnos un nuevo destino, y yo estoy al servicio de ese destino".

El país asiste a una nueva ola de radicalización política de sectores medios, como ocurrió a mediados de 1980, cuando se iniciaron con fuerza las protestas contra el régimen militar. Bachelet ha tratado de hacer un doble juego político: capitalizar las expectativas de cambio y, a la vez, suavizarlas para hacerlas viables. "Es la voz de los ciudadanos que en estos años han marchado en las calles expresando con valentía sus demandas y han fijado un horizonte y una ruta para nuestro país", ha destacado.

Agenda de reformas

La agenda de Bachelet es profusa e incluye, al menos en los papeles, las reformas tributaria y del sistema de pensiones, mejoras laborales y una educación que rompa con la lógica del lucro. "Hoy ya nadie lo duda: el lucro no puede ser el motor de la educación, porque esta no es una mercancía y porque los sueños no son un bien de mercado. Es un derecho de todos y de todas", ha afirmado. La elaboración de una Constitución en democracia es otra de las asignaturas que se le reclaman. El Congreso será el escenario de las discusiones y no todos los proyectos parecen viables. Bachelet tendrá a su vez que encontrar un equilibrio que conforme a su propia coalición, donde convergen, no sin cierta incomodidad, democristianos y comunistas.

Bachelet no ha pasado por alto el alto grado de abstención registrada en la segunda vuelta. "Sé que muchos de ellos (quienes no votaron) tienen frustración y que sienten que el Estado no los protege", ha admitido. "Debemos hacer que esos chilenos y chilenas vuelvan a creer en la democracia y sus tareas, que crean en las instituciones", ha añadido.

El voto en Chile es voluntario. En la primera vuelta de las presidenciales, un 44% de los ciudadanos en condiciones de sufragar no lo hicieron. La reforma electoral del actual Gobierno ha resultado un fiasco. Los números son contundentes. En el 2010, Piñera ganó con el 51,61%, lo que entonces fue el equivalente a 3.563.050 votos. La abanderada de la Nueva Mayoría llego al 62,16%, pero apenas sacó 3.468.389 votos.

"El problema es que el actual sistema político no logra representar a la gran mayoría de la población. ¿Cómo resolver este dilema de tener una democracia de baja densidad? Primero, se requiere una reforma sustantiva a los partidos políticos --que son instituciones representantes de los intereses sociales--. Segundo, se necesita repensar el sistema de representación para incorporar mecanismos de participación directa de modo de transferir poder efectivo a la ciudadanía. Tercero, se requiere atender el crítico problema del abstencionismo juvenil. Finalmente, se necesita revisar el sistema electoral que desincentiva la participación en elecciones", ha analizado al respecto Claudio Fuentes en una columna del portal El Mostrador.