Como si fuera una suerte de espejo venezolano, Argentina ha mostrado este jueves por la noche su imagen fracturada. Miles y miles de personas han salido a las calles a protestar contra el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Es la tercera marcha masiva en los últimos siete meses.

"Habemus despota". "Basta de diKtadura". "Basta de demagogia corupta". "Queremos una república, no una monarquía", "2015 sin Cristina", se leyeron en algunos de los carteles que proliferaron por la ciudad de Buenos Aires y los principales centros urbanos.

Mientras un país se expresaba a los gritos y cacerolazos, el otro permanecía en silencio. Como en anteriores oportunidades, la manifestación ha vuelto a mostrar una incisión en el cuerpo social. De un lado, mayoritariamente, los sectores medios y altos. Del otro, los argentinos de menores recursos.

El rechazo a la reforma del sistema judicial, la inflación que las cifras oficiales escamotean, la imposibilidad de ahorrar en dólares, el pedido de que se abran las importaciones y se redoblen los mecanismos de seguridad, han sido los principales reclamos de una multitud tan heterogénea como imposible de unirse bajo un liderazgo.

Apoyo de los medios de comunicación

El 18A ha sido organizado desde las redes sociales y ha contado con el decidido apoyo de los principales medios de comunicación, fuertemente enfrentados con el Gobierno. Flamearon banderas argentinas, del Vaticano (por el papa argentina, Francisco), de clubes de fútbol. No faltó el humor y la cuota de agravio.

Nutridas columnas han rodeado la residencia presidencial, en la localidad bonaerense de Olivos, y el Congreso, donde se discutía la reforma judicial. El 18A fue precedido por un escándalo mediático que enervó mucho más a los opositores al Gobierno: la revelación de los supuestos mecanismos por los cuales lavaría dinero Lazaro Báez, un hombre muy cercano a los Kirchner que, de la nada se convirtió en potentado.

Los más de 50 muertos por las lluvias, a principios de abril, habían desnudado las graves fallos en materia de previsión de catástrofes y una errática política en materia de inversión pública. Este asunto también ha contribuido además a aumentar el enojo de los que ya estaban enojados y de sectores que antes no se sumaban a estas protestas.

A diferencia de las marchas de setiembre y noviembre pasado, dirigentes de la raleada oposición política han decididotambién a la calle."Vinimos a rechazar el intento del Gobierno de eliminar la justicia", dijo Federico Pinedo (derechas). "Hay que hacer como en Venezuela, unir lo máximo para frenar al gobierno", pidió Patricia Bullrich, también representante del arco conservador.

No solo ese sector político decidió manifestarse. Ellos se han codeado en las grandes avenidas con representantes de la socialdemocracia. "Tranqui. Esta todo bien", ha escrito la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su cuenta de twiter. "Sí, soy una terca y además estoy vieja", ha agregado, ironizando en relación con una frase dicha por su colega uruguayo, José Mujica, con quien se reunió para hacer las paces. La cita tuvo lugar en Perú.

La mandataria ha decididoestar lejos de los gritos. Hoy llegará a Caracas para respaldar la asunción del venezolano Nicolas Maduro. Otro de los carteles recurrente en la capital argentina fue, precisamente, "no queremos ser Venezuela". Antes de partir hacia Lima, Fernández de Kirchner ha defendido la reforma judicial.

Dijo que el proyecto se propone terminar con "la idea aristocratizante" de una Justicia que "se maneja como un ghetto". A su vez, la presidenta ha dado cuenta del duro impacto político que significo un fallo del la Cámara Federal (tribunal de segunda instancia) que declaró inconstitucional un artículo de la Ley de Medios Audiovisuales que, de regir, obligaría al grupo Clarín, dueño del principal diario, la segunda televisión, la radio de mayor audiencia y el negocio de internet, entre otros rubros, a desprenderse de parte de sus licencias.

La mandataria había dicho haber "enmudecido" al conocer el dictamen. El pleito terminará de dirimirse en los próximos meses en el Tribunal Supremo. Argentina tendrá elecciones parlamentarias en octubre. En la Argentina no hay un Henrique Capriles. Los "indignados" argentinos no han perdido sus casas ni sus trabajos. Tienen una aversión cultural hacia el kirchnerismo que, por el momento, ninguna fuerza opositora puede canalizar. Una reciente encuesta de MBC Mori da cuenta de que un 43% de los argentinos califica de bastante mala la situación económica y un 16%, muy mala. Un 47% aprueba la gestión del Gobierno mientras que un 46% piensa lo contrario.