Más de 7.000 personas se han manifestado este sábado en Ajaccio, la capital de Córcega, para exigir al Gobierno francés "respeto y democracia para el pueblo corso". La movilización tenía un objetivo claro: convencer al presidente francés, Emmanuel Macron, que viajará a la isla la próxima semana, de abrir el diálogo con los dirigentes locales sobre sus principales reivindicaciones.

"Córcega conoce hoy una situación histórica. Está firmemente decidida a cambiar eligiendo el camino de la democracia, el desarrollo y la paz (…) Durante las elecciones de diciembre de 2017, el pueblo corso reafirmó con fuerza su deseo de poder construir su futuro (…) Esta elección democrática es, en el momento en que publicamos este texto, pisoteada por el Estado". Con este llamamiento, el colectivo Demucrazia è Rispettu Pè u Populu Corsu (Democracia y Respeto para el pueblo Corso), que reúne a sindicatos, asociaciones y diferentes movimientos nacionalistas, invitó a los ciudadanos corsos "a cambiar, mediante una movilización popular, masiva y pacífica, esta situación".

EN PUNTO MUERTO

La convocatoria contaba con el respaldo de Guilles Simeoni, presidente del Gobierno local, y Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea corsa. Tras su visita a París, donde ambos dirigentes regionales se reunieron la semana pasada con el primer ministro, Edouard Philippe, y con Gérard Larcher, presidente del Senado, el diálogo parece estar en punto muerto. "El Estado se opone a reconocer y a tener en cuenta la dimensión política de la cuestión corsa. En estas condiciones, hacemos un llamamiento a una manifestación popular en los próximos días", escribió Simeoni, en su cuenta de Twitter, tras dos días de reuniones poco fructíferas en la capital francesa.

El principal objetivo de esta movilización es poner de manifiesto que las exigencias de los nacionalistas -indiscutibles ganadores de las elecciones regionales celebradas el pasado mes de diciembre, con el 56,5% de los votos en la segunda vuelta-, atañen a todo el pueblo corso y no sólo a su círculo de influencia. El acercamiento de los llamados presos políticos, la cooficialidad de la lengua corsa, una reglamentación que proteja a los corsos en la adquisición de inmuebles o terrenos, la creación de un estatus de residente o la reforma de la Constitución para incluir una referencia a la especificidad de la isla, forman parte de estas exigencias que cuentan con un amplio consenso en la isla.

El silencio de París sobre la mayoría de estas cuestiones es considerado por Simeoni como una ausencia "de voluntad de diálogo por parte del Estado". A su parecer, "tampoco ha habido una señal fuerte que demuestre que se tiene en cuenta el mensaje que fue trasmitido por los votantes", por lo tanto, la manifestación "se inscribe en una lógica de esperanza, de cambio, que moviliza a toda la sociedad corsa, no solo a los nacionalistas. Hoy, existe la posibilidad de pasar una larga página, a veces construida a base de violencia, para abrir un diálogo fructífero", afirmó el mandatario corso el pasado viernes en la cadena de televisión France 2.

ANIVERSARIO

En este clima de tensión, Macron viajará a la isla los próximos días 6 y 7 de febrero, una visita que coincide con el 20 aniversario del asesinato del prefecto Claude Érignac a manos de un comando nacionalista. Así, esta movilización organizada en la antesala de la llegada del jefe de Estado, es considerada por muchos como una manera de presionar al Ejecutivo.

Sin embargo, Simeoni marca distancias con lo que podría ser considerado como un duro pulso: "No estamos en una lógica de brazo de hierro. Pero durante nuestros encuentros con el primer ministro -Edouard Philippe-, el ministro del Interior -Gérard Collomb-, la delegada del Gobierno francés para la isla -Jacqueline Gourault-, y el presidente del Senado -Gérard Larcher-, no obtuvimos respuestas en la mayoría de las reivindicaciones presentadas. No queremos encontrarnos en una situación de punto muerto, ni de crisis política".