La ocupación de los dos aeropuertos de Bangkok por parte de manifestantes antigubernamentales ha llevado a decenas de miles de turistas extranjeros --la mayoría europeos-- a buscar alternativas para abandonar el país. Algunos se trasladan por carretera durante 10 horas para alcanzar el aeródromo de Phuket (en el suroeste) o el de Chiang Mai (norte), otros salen de Tailandia a través de la frontera con Malasia para intentar coger un avión en Penang, o llegan hasta Kuala Lumpur, con uno de los aeropuertos con mayor tráfico aéreo del continente.

En el caso de los turistas españoles, el Gobierno ha puesto a su disposición tres aviones, dos de la Fuerza Aérea y uno comercial, que podrán trasladar a las cerca de 600 personas bloqueadas en Bangkok. Dos de esos aparatos partieron ayer tarde de la base militar de Torrejón, y tenían previsto llegar hoy a la base militar de U-Tapao, a unos 140 kilómetros de la capital tailandesa, tras una escala técnica en Abu Dabi (Emiratos Arabes Unidos). En una de las naves viaja la subsecretaria del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Jesús Figa. El tercer avión, de la compañía Iberworld, partirá mañana, según fuentes diplomáticas. Para conseguir ser repatriados, los afectados deben presentar o enviar a la Embajada de España en Tailandia una copia del pasaporte y del billete de avión de vuelta.

POSIBLE ENFRENTAMIENTO CIVIL Entretanto, la inminencia de un desenlace de la crisis ha disparado las actitudes beligerantes en Bangkok. No entre los manifestantes ultraderechistas, quienes hace ya meses asumieron la violencia para derrocar al Gobierno, sino entre la mayoría aplastante que le apoya. Salvo excepciones puntuales, esta ha mantenido una postura pacífica y evitado el previsible baño de sangre. Mañana, el Tribunal Constitucional decidirá la ilegalización del Gobierno, y los precedentes de la judicatura muestran su sintonía con la oposición elitista de la Asamblea Popular Democrática (APD), que defiende la supresión del sufragio universal.

En la asonada que acabó hace dos años con el Gobierno de Thaksin Sinawatra, aún adorado entre las clases más humildes, no hubo ni un disparo. Los manifestantes ahora no son más de 12.000, así que solo sus buenas conexiones en sectores como la prensa, la Justicia o el Ejército explican que hayan conseguido llevar al país entero al colapso. La policía tailandesa les amenazó de nuevo ayer con el desalojo por la fuerza si persisten con la ocupación.

Mientras, la marcha de más de 30.000 seguidores del gubernamental Partido del Poder del Pueblo (PPP) por el centro de Bangkok fue ayer una muestra de fuerza y el aviso de que esta vez darán guerra. De hecho, en las últimas horas han explotado tres granadas contra intereses de la opositora APD que han causado decenas de heridos.

Los manifestantes progubernamentales portaban banderas tailandesas, fotos de Thaksin y camisetas rojas para diferenciarse de las amarillas de la APD, que se ha apropiado de los símbolos monárquicos. La protesta fue organizada por la Alianza Contra la Dictadura.