Unos medicamentos no prescritos hallados en la celda y el rastro de los mismos en una analítica de sangre; una carta manuscrita en la que se quejaba de los cuidados médicos que recibía; el fantasma del suicidio, y una autopsia que en sus primeras conclusiones habla de una muerte por infarto de miocardio. El fallecimiento, el sábado en la prisión del Tribunal Penal Internacional de La Haya (TPIY) del expresidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, de 64 años e hipertenso, seguía ayer envuelto en el misterio y las dudas, que Rusia se encargó además de alimentar. Moscú afirmó desconfiar de la autopsia oficial y anunció el envío de un grupo de forenses a La Haya para verificarla.

Antes de su muerte, Milosevic estuvo tomando un fármaco que no le había sido recetado, según reveló ayer el toxicólogo holandés de la Universidad de Groningen Donald Uges. Este experto explicó que un hemograma practicado al expresidente hace dos semanas detectó la presencia en su sangre de rifampicina, un antibiótico semisintético que normalmente se usa contra la lepra y la tuberculosis, pero que neutraliza el efecto de otras medicinas, en este caso el tratamiento que Milosevic seguía contra la hipertensión.

INSPECCION En enero, tras una inspección a su celda, los jueces supieron que Milosevic tenía ese antibiótico, según el diario belga Le Soir . Cómo llegaron esas medicinas a Milosevic se desconoce, puesto que todas las personas que entran en el centro de detención son registradas.

Uges no cree que Milosevic pretendiera suicidarse, hipótesis que no descarta la fiscal del TPIY, Carla del Ponte. "No creo que Milosevic tomara este medicamento para suicidarse, sino para escapar a Moscú. Creo que era su última posibilidad de escapar de La Haya", afirmó Uges.

En febrero, el TPIY rechazó la petición de Milosevic de que se le permitiera viajar a Moscú para recibir tratamiento. Los jueces le negaron el permiso por temor a que no regresara. Uno de sus abogados, Zedenko Tomanovic, reveló que su cliente temía ser envenenado en La Haya. El viernes, un día antes de morir, Milosevic envió a Moscú una carta manuscrita en la que se quejaba del tratamiento "inadecuado" que recibía de los médicos holandeses, y le pedía ayuda de nuevo, informó el Ministerio de Exteriores ruso.

Para disipar toda duda, la autopsia al expresidente ha sido grabada en vídeo y documentada con fotografías de gran precisión. El examen fue practicado por dos forenses holandeses, en presencia de dos especialistas de la Academia Militar de Belgrado. Las conclusiones preliminares hablan de un infarto de miocardio, pero los resultados del examen toxicológico no se conocerán hasta dentro de unos días.

Rusia manifestó su desconfianza ante el examen pericial y anunció el envío de cuatro forenses a La Haya para revisar la autopsia. "No nos creyeron a nosotros, tenemos derecho a no creer en ellos y a no fiarnos de quienes llevan a cabo la autopsia", dijo el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, en referencia a la negativa del TPIY de permitir a Milosevic ir a Moscú. Los expertos rusos viajarán hoy a La Haya, acompañados por el hijo de Milosevic, Marko, quien se hará cargo del cadáver.