Por extraño que suene, Israel habla bien de Europa. La causa de que el desdén con el que Tel-Aviv suele referirse a Bruselas haya cambiado por buenas palabras es la decisión europea de aportar más de la mitad de las tropas de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano (FINUL). Israel confía en que, dado que la FINUL no va a desarmar a Hizbulá, por lo menos su presencia complique la vida a la milicia y para que los europeos acaben compartiendo su postura respecto al Partido de Dios. Al menos hasta el siguiente enfrentamiento, que muchos en Israel consideran inevitable.

Los sábados, con la vida política paralizada por el shabat, suelen ser utilizados en Israel por portavoces ministeriales para marcar líneas políticas. Fiel a su cita, Mark Regev, portavoz de Exteriores, afirmó ayer que "Israel felicita a los países europeos por su decisión de desplegar sus contingentes en la FINUL".

Tal vez teniendo en mente las palabras del ministro de Exteriores italiano, Massimo D´Alema, que dijo que la UE no podía enviar soldados si "Israel sigue disparando", Regev dijo que Israel "cumplirá sus compromisos con la resolución de la ONU". El texto exige a Tel-Aviv que deje de hacer "acciones ofensivas".

DECLARACION DE AMOR Las flores que Israel y la UE se prodigan --"Arriesgaremos las vidas de nuestros soldados por amor a Israel", dijo D´Alema al diario Haaretz -- no suponen un cambio de estrategia, ya que Bruselas y Tel- Aviv tienen diferentes puntos de vista sobre la FINUL.

Para Israel, la resolución 1701 es un mal menor, fruto de los escasos logros de su Ejército en el campo de batalla. Cabe recordar que, durante semanas de conflicto, tanto Israel como EEUU defendieron que el fin de la guerra no podía basarse en un acuerdo temporal y frágil, sino que era necesario un cambio de las reglas del juego. Un acuerdo temporal y frágil es una buena definición de la resolución 1701.

En su gira europea, la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, no logró que la UE aceptara desarmar a Hizbulá. Israel quiere que la FINUL evite la llegada de armas a la milicia chií y la aleje de la frontera con Israel. También confía en que los países europeos acaben apoyando sus postulados y los de EEUU al respecto, como ya hicieron con Hamás en Palestina. Israel considera a la FINUL una prueba para ver si la UE puede proporcionar seguridad al Estado hebreo. Si la FINUL fracasa, la UE saldrá de Oriente Próximo más debilitada políticamente, si cabe, de lo que ya está.

Para la UE, políticamente la misión es una oportunidad para demostrar que un enfoque diferente al de EEUU e Israel puede funcionar en la región. En el conflicto con los palestinos, Israel considera a la UE parcial y poco de fiar, comparada con EEUU. Pero en el tradicional reparto de papeles en la zona --EEUU trabaja con Israel y Europa con los palestinos--, la UE se ha quedado fuera de juego al alinearse con la Casa Blanca en el boicot a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) tras la victoria de Hamás. Sin influencia sobre Israel ni sobre los palestinos, el papel de la UE se limita al de entregar dinero.

Si la FINUL funciona, el Gobierno libanés se estabiliza, Hizbulá deja de ser una amenaza para Israel y el Líbano inicia el proceso político de desarme de la milicia, el papel de la UE se verá reforzado. Así, Bruselas tendrá argumentos, como ya sugirió D´Alema, para proponer una misión similar en Gaza. Pero este es un tema tabú para Israel, de cuya voluntad para mantener la paz depende en gran parte el éxito de la FINUL.