El 25 de julio del 2000, a las 16.45 horas, el vuelo París-Nueva York del Concorde se convirtió en una bola de fuego. La catástrofe causó un gran impacto. Se consideraba un avión invencible. La investigación ha revelado que tuvo incidentes que no fueron subsanados. En 23 años, el depósito se perforó en 7 ocasiones y las ruedas se pincharon 63 veces.