La derecha ha vuelto al gobierno y la parafernalia de siempre, la de toda la vida, también. Los cuatro años y medio de Alexis Tsipras fueron, al final, un pequeño paréntesis en la historia: Kyriakos Mitsotakis, nuevo primer ministro griego desde ayer, ganador de las elecciones generales en Grecia del pasado domingo con una mayoría absoluta de 158 diputados, juró ayer el cargo que le acredita, para los próximos cuatro años, jefe de gobierno heleno.

Y lo hizo, además, sobre la Biblia y ante el arzobispo de Atenas, nacido con el nombre de Dimitrios Papandreou: una forma de demostrar que todo ha vuelto a la normalidad, porque cuando el juramento, en 2015, lo hizo Tsipras, no fue un juramento sino una promesa: el líder de Syriza -que desde ahora, tras perder las elecciones, es el nuevo líder de la oposición en el Parlamento griego- es el primer y único primer ministro griego que se declara a sí mismo ateo. Todos los anteriores y el nuevo son cristianos y ortodoxos.

«El pueblo nos ha dado un mandato fuerte pera cambiar el país. Hoy empezamos nuestro duro trabajo. Tengo la absoluta confianza en nuestras capacidades para estar a la altura de las circunstancias. No haremos vacaciones este verano. Nos ponemos a trabajar», ha dicho Mitsotakis tras santiguarse ante la máxima autoridad eclesiástica griega y jurar su cargo en el palacio presidencial, también con la presencia del presidente griego, Prokopis Pavlopoulos. El Parlamento griego se formará el 17 de julio.

«Mandato fuerte para grandes cambios», titulaba, entusiasta, ayer por la mañana el periódico I Kathimerini, un diario conservador y extremadamente cercano a Nueva Democracia (ND), el partido presidido por Mitsotakis.

Por supuesto, otros medios griegos no están tan risueños. «ND ha ganado las elecciones -dice en su editorial el diario To Vima de centroizquierda-, pero este partido estará muy equivocado si piensa que ha ganado por el contenido de su programa electoral. Sobretodo ha ganado porque Syriza acabó alienada y alejada de la gente que la llevó al poder y de la gente que dijo no hasta el final en el referéndum de 2015».

Después de jurar el cargo ante el arzobispo y el presidente, Mitsotakis fue al palacio del primer ministro, donde fue recibido por Alexis Tsipras. Es otro cambio: en 2015, cuando Tsipras ganó sus primeras elecciones, en enero, el primer ministro saliente no quiso recibirle ni hacerse la foto con él. Andonis Samarás, de ND, dejó las llaves puestas en la puerta y se marchó. Según miembros de Syriza, incluso se llevó las bombillas de las lámparas.

Esta vez, la llegada del nuevo primer ministro a su residencia ha sido más normal y saludable: Mitsotakis y Tsipras se han reunido durante una hora. Después, Tsipras ha abandonado el lugar: ahora, ya en la oposición, el líder de Syriza tiene como objetivo refundar y reorganizar su partido.

EL OCTAVO / Kyriakos Mitsotakis, hijo de una estirpe de políticos griegos centenaria -su padre fue primer ministro; su hermana, ministra de Asuntos Exteriores-, es, así, el octavo primer ministro que tiene Grecia en 10 años. Una muestra de las turbulencias políticas que el país del sur de los Balcanes lleva atravesando.

Así, Tsipras ha conseguido, a base del sufrimiento de la población, rescates y austeridad, corralitos y amenazas de bancarrota, sacar al país del abismo económico en el que se encontraba. Ahora, la economía griega da visos de, aunque tímidamente, estar apuntando a la recuperación.

Pero los retos de Mitsotakis son mayúsculos, porque Grecia se enfrenta a unos meses próximos complicados por las disputas constantes con Turquía por supuestas violaciones del espacio aéreo en el Mar Egeo y por las prospecciones petrolíferas que los turcos están realizando cerca de las costas de Chipre. La tensión entre ambos países, enemistados ya de serie por su historia compartida, es enorme.

Para enfrentarse a los problemas que se avecinan, el portavoz de Mitsotakis anunció ayer por la tarde la formación y los nombres de los nuevos ministros de Grecia. No ha habido muchas sorpresas: son, en su mayoría, pesos pesados dentro de Nueva Democracia que, además, ya tuvieron experiencia, cargos y ministerios en los anteriores gobiernos del partido de centroderecha. El primer ministro se presentó como el líder que renovaría ND desde dentro. Al final, han prevalecido los cuadros del partido, ND, que fue, de hecho, uno de los que, maquillando cuentas, llevó a Grecia a la crisis bancaria que ha estado arrastrando desde 2008.