Moldavia, antigua república de la Unión Soviética, cerró el miércoles su frontera con Rumanía y acusó a las autoridades del país vecino de estar detrás de los disturbios de los últimos días en los que unas 300 personas resultaron heridas y 118 fueron detenidas por la policía.

Las manifestaciones empezaron el lunes cuando la oposición rechazó los resultados provisionales de las elecciones parlamentarias del domingo pasado. Según datos oficiales, el Partido Comunista, cuyo líder Vladimir Voronin es presidente de Moldavia, recibió un 50% de los votos comparados con un 15% a favor de la oposición proeuropea.

Miles de manifestantes se congregaron en la capital moldava, Chisinau, para exigir otro recuento. Pese a que las autoridades se lo prometieron, los activistas asaltaron varios edificios gubernamentales provocando la intervención de fuerzas especiales. En los choques resultaron heridos 170 agentes y un centenar de civiles. Acto seguido Moldavia cerró sus pasos fronterizos con Rumanía e introdujo el régimen de visados por tiempo indefinido. Además, el embajador de Rumanía en Moldavia fue declarado persona no grata.

Voronin informó de que las fuerzas del orden detuvieron a 118 organizadores de los disturbios en Chisinau y dijo que sus "inspiradores más ricos ya se fueron del país". Los manifestantes lanzaron un ultimátum pidiendo la liberación de los detenidos bajo amenaza de asaltar la sede del Gobierno.