Tarde o temprano, el acuerdo que se alcance sobre el presupuesto de la UE supondrá un recorte de las ayudas comunitarias que recibe España, y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no quiere que esa pesada losa recaiga sólo sobre sus espaldas. Ayer, la Moncloa se puso la venda antes que la herida al alertar de que la negociación de los fondos estructurales y de cohesión, "muy difícil y complicada", se presenta aún más compleja a causa de la "mala herencia" que dejó José María Aznar.

Fuentes oficiales subrayaron que, cara a la ampliación al Este, Aznar "no blindó a España frente al efecto estadístico", por el cual el ingreso en la UE de países con rentas bajas sitúa a los territorios españoles perceptores de ayudas por encima de la media europea y, por tanto, huérfanos de subvenciones. "Francia logró prorrogar las ayudas agrícolas hasta el 2013, y Alemania, Austria, Suecia y Holanda redujeron un 25% su aportación al cheque británico. Pero España no hizo nada", apuntaron esas fuentes, que rescataron declaraciones de Aznar en las que quitaba hierro a la pérdida de fondos.

Zapatero viajará a Londres el viernes para pedir a Tony Blair que la UE destine más fondos a investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) y a la inmigración, y que España sea receptora de ayudas hasta el 2013.