Con cansancio, ropa veraniega y sin un rasguño, los 56 españoles que llegaron ayer a Madrid, evacuados desde Bombay, exhibían sin disimulos su euforia por haber sobrevivido a una mortífera oleada de atentados. Eran casi las tres de la tarde cuando aterrizaron en la base madrileña de Torrejón de Ardoz (Madrid). Junto al último peldaño de la escalerilla del Airbus A-310 que les sacó de su pesadilla --es el avión que suelen utilizar el presidente del Gobierno y el Rey para sus desplazamientos-- les esperaban el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, y la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre.

No en vano, la mayoría de los integrantes de este vuelo eran empresarios o personal del Gobierno regional, esto es, parte de la delegación que se había desplazado con Aguirre a la India para hacer negocios. Lo lograban 24 horas después de que lo hiciera la propia presidenta, que escapó del fuego terrorista junto a alguno de sus colaboradores y decidió coger el primer vuelo que le ofrecieron para regresar a España.

Los recién llegados demandaban con ansia ropa de abrigo y tabaco, ya que la mayoría había digerido mucho nerviosismo con restricciones obligadas de cigarrillos. "Bromeábamos entre nosotros con trueques: tenía tantas ganas de fumar que ofrecí 10 minutos de móvil, que también era un bien muy preciado, a cambio de un cigarro", apuntó Isabel Gallego, la directora de Comunicación de Aguirre, después de narrar en tono más serio cómo habían logrado escapar de las balas.