La «tropicalización» de la ciudad de Buenos Aires debido al cambio climático ha transformado los inviernos en otoños. La nevisca del 2006 queda en la memoria colectiva como un momento que parece irrepetible y mítico. El frío de este julio tiene por lo tanto la marca de la excepcionalidad por partida doble: de un lado, las bajas temperaturas que pocos esperaban. Pero, además, las muertes por hipotermia de personas que duermen en la calle. Sergio Zacariaz se congeló a pocas manzanas de la sede presidencial. En el cruce de las calles de Belgrano y Perú, donde encontraron sin vida al indigente, dejaron unas flores y un cartel: «La desigualdad mata». Fue el octavo caso en el país.

Las autoridades calculan que 1.146 personas se cobijan en esquinas, bancos, escaleras del metro y plazas. Pero una oenegé asegura que son 7.251 y basta recorrer la ciudad más rica del país cuando huye el sol y solo quedan los que no tienen adónde ir. El segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle ha consignado a su vez que la cantidad de sintecho se incrementó un 23% respecto al 2017. Entretanto, se desató la crisis económica más grave desde el 2001. Solo 641 de los homeless pernoctan en paradores a cargo del Estado y 1.340, en iglesias y otros establecimientos.

La intemperie recibe a las 5.412 personas restantes, de las cuales 871 son menores.