Rusia demostró ayer que responderá diente por diente en su guerra de espías con Londres, desencadenada por el caso Litvinenko . Pese a que EEUU y la UE apoyaron la expulsión de Gran Bretaña, el lunes, de los cuatro diplomáticos rusos, el Kremlin respondió con el destierro de cuatro empleados de la Embajada de Gran Bretaña en Moscú.

"Cuatro colaboradores de la embajada británica deberán abandonar el territorio ruso en un plazo de diez días", dijo el portavoz oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Mijaíl Kamynin. Rusia también impuso una moratoria sobre tramitación de visados de "representantes oficiales" británicos hasta que Londres especifique las restricciones sobre los visados de funcionarios rusos.

El presidente ruso, Vladimir Putin, se refirió ayer por primera vez al conflicto con Londres para llamarlo una "mini crisis". Putin invitó al Gobierno británico a "compaginar sus acciones con el sentido común, así como a respetar los derechos e intereses legítimos de sus socios". El Kremlin suspendió también la cooperación bilateral con Gran Bretaña en materia de lucha antiterrorista.

El ministro de Exteriores británico, David Miliband, tildó la reacción rusa de "totalmente injustificada y decepcionante". Londres había anunciado la expulsión de los cuatro diplomáticos ante la negativa del Kremlin a extraditar al exagente ruso, Andrei Lugovoi, acusado de participar en el envenenamiento de Litvinenko. Rusia ha reiterado en varias ocasiones que no extraditará a Lugovoi.

La UE y EEUU apoyaron al nuevo primer ministro británico, Gordon Brown, en su guerra con Rusia.