El motín que ha estallado en el barco a pique del laborismo británico no tiene un cabecilla que se atreva a desafiar a Gordon Brown. Más de una docena de diputados descontentos con el primer ministro han pedido la convocatoria de una elección para designar a un nuevo líder pero el hombre con más posibilidades de salir elegido ha rechazado el reto. Lejos de secundar a los rebeldes, el actual ministro de Exteriores, David Miliband, ofreció ayer su respaldo a Brown. En una entrevista a la BBC, Miliband declaró que no comparte la idea de "provocar una elección para elegir un líder".

"Espero que Gordon nos lidere en la próxima elección general y le voy a apoyar", afirmó Miliband. Su respaldo se produce en un momento especialmente crítico, a solo una semana del inicio de la conferencia anual del Partido Laborista.

La cita en Manchester llega cargada de pesimismo y controversia, con los conservadores imparables en los sondeos, disfrutando de una ventaja de 19 puntos sobre los laboristas. La última de las encuestas publicada la pasada semana por Channel 4 daba a los tories y a su jefe, David Cameron, una ventaja de 150 escaños en las elecciones legislativas, previstas en el 2010 si se apura el calendario.

Los disidentes laboristas --entre ellos figuras como la exministra de Sanidad Patricia Hewitt y media docena de exsecretarios de Estado-- echan la culpa a Brown de la crisis interna y pretenden evitar una derrota histórica reemplazándole. "Yo fui uno de los que nominé a Gordon el pasado año y era muy esperanzador el que llegara con una visión clara de lo que quería para el país, pero desafortunadamente no creo que lo haya conseguido. La gente ha dejado de escuchar lo que dice", comentaba el excolaborador del primer ministro Berry Gardiner.

La respuesta de Brown está siendo la de cortar cabezas. A modo de ejemplo, el pasado sábado fue fulminantemente cesada Siobhain McDonagh, una de las responsables de mantener la disciplina del partido, después de que pidiera un debate sobre el liderazgo en una circular privada que fue filtrada a la prensa, según los rumores, por los seguidores de Brown.

UNA MUERTE LENTA Los laboristas parecen condenados a desangrarse lentamente en reyertas internas, sin dar con un pacto para reorganizar sus filas. La normativa interna del partido establece que el 20% de los parlamentarios, lo que significa 71 diputados, designen un candidato alternativo antes de solicitar una elección interna.

A falta de una figura y del número necesario de apoyos, los rebeldes intentan persuadir a figuras como el ministro de Justicia, Jack Straw, o el de Sanidad, Alan Johnson, para que convenzan a Brown de que se retire.