El juicio para decidir si se ejecuta a Zacarias Moussaui, único procesado en EEUU por el 11-S, se ha convertido en una fuente de sorpresas. El martes, los 12 jurados que deben decidir su suerte se enteraron de que el presunto terrorista ofreció en febrero a los fiscales testificar contra sí mismo, a cambio de mejores condiciones en prisión desde el momento en que sea condenado a la pena capital --cosa que parecía dar por segura --hasta su ejecución. Pero cuando exigieron a Moussaui que declarase sobre otras conspiraciones terroristas y le informaron de que tenía el derecho constitucional de testificar, retiró su oferta.

Esta revelación se produjo apenas un día después de que Moussaui dinamitase su propia defensa, al declarar el lunes que su misión en el 11-S era secuestrar un quinto avión para estrellarlo contra la Casa Blanca. El grupo de terroristas debía incluir a Richard Reid, el suicida que trató de volar un avión con una bomba en el zapato en el trayecto de París-Nueva York en el 2002. Con esa declaración, Moussaui contradijo sus afirmaciones previas de que no tuvo nada que ver con el 11-S, porque su función era participar en una segunda oleada de atentados.

En la última jornada del proceso, la defensa trató de desacreditar al acusado, para demostrar que "no está bien de la cabeza", como dijo Nurjaman Riduan Isamuddin, terrorista capturado en el 2003.

Por su parte, la acusación se esforzó en defenderle, para convencer al jurado de que dice la verdad y que merece la pena de muerte. Anoche, sus 12 miembros debían retirarse a deliberar si le puede aplicar este castigo o la cadena perpetua, como pide la defensa.