El Gobierno es el problema". Han pasado dos décadas desde que Ronald Reagan pronunció la frase en su discurso de investidura. Desde entonces la idea, profundamente enraizada en la historia de Estados Unidos, ha alimentado al movimiento conservador. Ese movimiento, en los 16 meses desde la elección de Barack Obama, ha resurgido con una fuerza inusitada. Tiene rasgos comunes con sus manifestaciones en décadas anteriores, pero también se produce en una sociedad transformada, más intercomunicada. Como a mediados de los 90, plantea riesgos de estallidos de violencia. Y, por ahora, ha conseguido radicalizar a los republicanos.

Esta semana, Politico, nueva publicación de referencia en Was- hington, planteaba que los medios dan una atención inmerecida y con ello fuerza desmedida al Tea Party, el etéreo movimiento conservador que desde hace un año ha sacado a decenas de miles de ciudadanos a las calles. Sin embargo, expertos como Chip Berlet, analista de Political Research Associates, cree que es "idiota no prestar atención a lo que realmente está pasando".

MUCHOS Y MUY ENFADADOS Berlet, coautor del libro Populismo de derechas en América: demasiado cerca para la comodidad, cree que el partido demócrata y los medios no conservadores están denostando el poder de "un movimiento muy amplio, muy enfadado, con ideas problemáticas sobre la raza y otros asuntos", por más que supuestamente solo se enfrente a los impuestos y al tamaño del Gobierno.

En esa descripción del Tea Party coincide otro experto, Mark Potok, del Southern Poverty Law Center, que recientemente publicó un informe alertando del brutal incremento en el número de los denominados grupos de odio violentos en EEUU.

Altavoz y multiplicador de esa rabia está siendo un panorama mediático transformado no solo a causa de internet, sino por estrellas ultraconservadoras de televisión y radio como Glenn Beck y Rush Limbaugh y un incontable número de emisoras de extrema derecha. Como explica Leonard Zeskind, autor de Blood politics , "se ha producido una fragmentación del público que está rasgando el tejido social. Hay medios en los que la gente nunca será expuesta a visiones diferentes de las que ya tienen".

"RETORICA RABIOSA" El riesgo potencial de violencia ha au- mentado por lo que Berlet define como "una retórica rabiosa" pero, también, por un resurgir de teorías de la conspiración. Sarah Palin y la congresista republicana Michelle Bachmann se han sumado al fenómeno, convirtiéndose en favoritas del Tea Party. No son las únicas. "El partido republicano está dividido y los moderados están siendo apartados", analiza Berlet.