Ni la nieve que cubría el campamento, ni las amenazas de evacuación forzosa ni las tácticas agresivas de las fuerzas del orden lograron hacer mella entre los miles de personas acampadas en la reserva sioux de Standing Rock (Dakota del Norte). Después de ocho meses de protestas, que han galvanizado el activismo indígena en Estados Unidos, los manifestantes han conseguido una victoria mayúscula contra el oleoducto que amenazaba sus recursos acuíferos y sus tierras sagradas. El Ejército desestimó el domingo el actual trazado que debía atravesar el lago contiguo a la reserva y anunció que se explorará una ruta alternativa. Esa victoria podría ser, sin embargo, pasajera, ya que Donald Trump apoya el actual trazado y en poco menos de un mes ocupará la Casa Blanca.

La decisión del Cuerpo de Ingenieros del Ejército cierra otro capítulo de esta larga batalla que ha enfrentado a la industria petrolera y los gobernadores de los cuatro estados por los que transcurre la Dakota Access Pipeline, con cientos de tribus indígenas y grupos ecologistas. “El mejor modo para completar el trabajo de forma responsable y con prontitud pasa por explorar rutas alternativas para el trazado del oleoducto”, aseguró el Cuerpo de Ingenieros en un comunicado. El proyecto en cuestión, financiado por una treintena de bancos globales y construido por la compañía tejana Energy Transfer Partners, pretende transportar cerca de 500.000 barriles de crudo diarios desde los pozos de Dakota del Norte, donde se extrae por medio del 'fracking', a una terminal de Illinois. Más del 90% de su trazado ya ha sido completado.

La noticia fue celebrada por todo lo alto en el campamento de Standing Rock, cuyos líderes agradecieron a la Administración de Obama y al Ejército que hayan tomado “medidas para corregir el curso de la historia y hacer lo correcto”. La tribu sostenía que el Cuerpo de Ingenieros no les consultó apropiadamente antes de aprobar un trazado que atraviesa subterráneamente el lago Oahe, alimentado por el río Misuri, y llevó sus reclamaciones a los tribunales federales. Ese lago es su principal suministro de agua y temen que un vertido pueda arruinar la sostenibilidad de la reserva. La compañía constructora alega, por su parte, que sí se cumplieron todos los trámites preceptivos, incluidas docenas de reuniones con las distintas comunidades afectadas, y consideran que la decisión del domingo es “puramente política”.

ASUNTOS DE DEBATE NACIONAL

El pulso en Standing Rock ha atraído la atención del país porque confluyen algunos de los grandes asuntos del debate nacional. Desde la independencia energética a la preocupación por el cambio climático, pasando por los derechos históricos de las tribus indígenas y el tratamiento abusivo que han recibido históricamente del Gobierno federal. La semana pasada 26 manifestantes tuvieron que ser hospitalizados después de que la policía reprimiera su protesta con gas lacrimógeno y cañones de agua, utilizados a temperaturas bajo cero. A finales de octubre 140 personas fueron arrestadas, después de que los manifestantes ocuparan unos terrenos privados por los que pasa el oleoducto y que las tribus consideran suyos, según un acuerdo firmado con las autoridades hace más de un siglo y medio.

La última palabra en este conflicto la tendrá la Administración de Trump. Sus asesores dijeron la semana pasada que el presidente electo apoya el trazado actual de la Dakota Access Pipeline, en la que hasta hace muy poco tenía intereses económicos. El magnate poseía entre 500.000 y un millón de dólares en acciones de Energy Transfers, aunque su equipo sostiene que las ha vendido recientemente. Ante ese futuro incierto, parte de los manifestantes se han comprometido a seguir acampados, a pesar de las temperaturas gélidas que imperan en la reserva.