Mientras la polémica sobre las vacaciones tunecinas de la ministra francesa de Exteriores, Michelle Alliot-Marie, invitada por un protegido del clan del expresidente Ben Alí seguía arreciando en el Parlamento, ayer tarde estalló un nuevo frente en el corazón del Gobierno. El primer ministro, François Fillon, admitió en un comunicado haber pasado las Navidades en Egipto invitado por el dictador Hosni Mubarak, a quien ahora Francia alienta a dejar el poder. Las relaciones equívocas de los miembros del Ejecutivo con regímenes poco democráticos han levantado una tormenta política que ha puesto contra las cuerdas a dos puntales del equipo de Nicolas Sarkozy.

El escándalo no podía ser más inoportuno para el jefe del Estado. Se produce a dos días de una programada intervención televisiva para intentar reconquistar a una desafecta opinión pública --la cota de popularidad del presidente ha vuelto a descender--.

Después de realizar una cerrada defensa de Alliott-Marie, el primer ministro optó por adelantarse a la publicación, hoy, por parte del semanario Canard Enchainé --que también desveló el uso del jet privado de un rico hombre de negocios tunecino por parte de la ministra de Exteriores--, de las condiciones de su estancia en Egipto. Según el comunicado, entre el 26 de diciembre y el 2 de enero pasados viajó a Egipto con su esposa e hijos "invitado por las autoridades egipcias". El desplazamiento de París a Assuán se realizó en un avión de la flota francesa, como es habitual por "razones de seguridad y de disponibilidad".

La izquierda puso el grito en el cielo, asociando "las vacaciones pagadas por Mubarak" a una actitud "complaciente" del Gobierno con los dictadores árabes, como el destituido Ben Alí y el recibimiento que hizo Sarkozy al libio Muhamar el Gadafi.