Eduard Uspenski, conocido como el Walt Disney ruso, falleció el pasado 14 de agosto dejando huérfano a Cheburashka, quizás el personaje más querido de la literatura infantil rusa, a tan solo una semana de celebrar su 53º aniversario.

El autor tenía 28 años cuando ideó al "Mickey Mouse soviético", uno de los protagonistas del cuento titulado 'El cocodrilo Guena y sus amigos'. Desde entonces, tanto el 'padre' como su 'hijo' siempre atrajeron los focos a pesar de otras populares obras de Uspenski, como 'El tío Fiódor, su perro y su gato'. Fue precisamente la historia de Cheburashka y su amigo el cocodrilo la que caló hondo en los corazones de varias generaciones de rusos.

Eso sí, al principio, nadie daba un duro por las andanzas de un extraño animalito de orejas enormes, descubierto - según el cuento infantil - en una caja de naranjas. Ni siquiera el mentor del propio Uspenski, el poeta y escritor infantil Borís Zajoder, apreció en aquel entonces el potencial que escondía el singular escrito. Uspenski recordaba más tarde que al principio él tampoco tenía grandes expectativas.

Pero la fama del peluche Cheburashka fue imparable nada más publicarse el cuento en 1966 y salir a la pequeña pantalla su película animada tres años más tarde. El éxito de la historia fue tan grande que con el tiempo Cheburashka trascendió las fronteras de la Unión Soviética y mantuvo su popularidad incluso después de su desintegración.

Viaje al espacio

El relato infantil ha sido traducido a distintos idiomas al igual que la serie de dibujos animados que narra sus andanzas. Uno de los países que más devoción mostró por la imagen de Cheburashka ha sido Japón, donde el muñeco ruso protagonizó una película y una serie, además de llenar las tiendas infantiles. En cuanto a Rusia y otras repúblicas que otrora formaron parte de la URSS, Cheburashka no ha tenido competencia desde hace cincuenta años.

La popularidad del muñeco le convirtió en el símbolo de la selección olímpica rusa en repetidas ocasiones e hizo que en 2016 Cheburashka viajara a la Estación Espacial Internacional en el marco de las celebraciones del 55º aniversario del primer vuelo espacial tripulado. El entrañable ser orejudo fue inmortalizado en distintos monumentos a lo largo de la geografía rusa, en los que siempre aparece acompañado de su amigo cocodrilo, así como en series filatélicas o en multitud de chistes. Y cuenta también con un museo en Moscú, inaugurado hace 10 años en el territorio de un jardín infantil en el este de la capital rusa.

El secreto de la fama del museo radica en la capacidad innata de Cheburashka y sus amigos de "transmitir valores positivos y arrancar una sonrisa" tanto a los niños como a los mayores. Aparte de la bondad que emana el personaje orejudo, algunos lo ven también como un augurio de buena suerte. Así, las estatuas de Cheburashka y la compañía en la localidad de Rámenskoe, en las inmediaciones de Moscú, son uno de los lugares favoritos de los recién casados rusos, que no pierden la oportunidad de hacerse una foto en el lugar después de darse el "sí quiero".