La violencia entre musulmanes tomó fuerza ayer en Pakistán y la vecina Afganistán, donde 40 personas murieron en diferentes enfrentamientos entre sunís y shiís. La mayoría de las víctimas, al menos 30, se registraron en la ciudad paquistaní de Hangu, cuando un kamikaze se hizo estallar en un mercado donde se habían congregado centenares de fieles shiís que participaban en una procesión. En Herat, donde se encuentra una de las bases de las tropas españolas desplegadas en Afganistán, los disturbios se saldaron con la muerte de cinco personas y más de 20 heridos, aunque fuentes españolas que participan en la cumbre de la OTAN en Sicilia dijeron anoche que el número de muertos ascendía a 15, según informa Eliseo Oliveras.

En ambos casos, el estallido de violencia tuvo como telón de fondo la celebración de la Ashura, la festividad religiosa más importante de la comunidad shií, que se celebra el décimo día del Muharram, el primer mes del calendario lunar musulmán.

"CONSPIRACION" La bomba de Hangu, activada al parecer por un suicida, estalló en medio de centenares de personas que, tras participar en la espectacular procesión --en la que muchos fieles se autoflagelan hasta sangrar--, se disponían a escuchar el sermón de un líder religioso. El ministro de Interior de Pakistán, Aftab Ahmed Jan Sherpao, afirmó que en el lugar explosionaron hasta tres artefactos. Más de medio centenar de personas resultaron heridas.

El Gobierno de Islamabad dijo que el ataque era una "conspiración" para provocar enfrentamientos entre las dos comunidades. "Ningún musulmán puede hacer esto y quien lo haga es un terrorista", dijo el ministro de Información paquistaní, Rashid Ahmed. Los choques entre fieles de ambas confesiones son frecuentes en Pakistán.

Como represalia al ataque, fieles shiís --comunidad que representa el 20% de los 145 millones de habitantes de Pakistán-- asaltaron comercios, quemaron vehículos y se enfrentaron a vecinos de confesión suní, a los que responsabilizaron del ataque. Fuentes hospitalarias de la ciudad de Hangu, situada a 200 kilómetros de Islamabad, dijeron que parte de los muertos fallecieron debido a la explosión, pero que otros presentaban heridas de bala. Entre las víctimas mortales se encuentran un soldado y un policía.

También hombres armados dispararon contra un autobús a las afueras de la ciudad y mataron a cuatro personas. Las autoridades desplegaron un gran dispositivo de seguridad y decretaron el toque de queda.

Por otro lado, los incidentes en la localidad de Herat, en Afganistán, se produjeron cuando un grupo de unos 300 ciudadanos sunís lanzaron piedras contra una mezquita shií, lo que desató una ola de violencia que se expandió rápidamente por gran parte de la ciudad. Grupos de shiís se dirigieron después hasta un campo de refugiados sunís de la antigua guerra de Afganistán, situado junto a la frontera con Irán. Grupos de incontrolados se enfrentaron en las calles de la ciudad a pedradas, aunque en algunos casos las piedras fueron sustituidas por granadas, según explicaron algunos testigos de los hechos. Varias mezquitas shiís fueron incendiadas.

CARRETERAS CORTADAS Las fuerzas de seguridad tuvieron que cortar las principales carreteras de acceso a Herat tras comprobar que centenares de jóvenes de poblaciones cercanas se dirigían a la ciudad con ánimo de participar en los disturbios.

El ministro de Defensa español, José Bono, informó desde Sicilia, donde se celebra la cumbre de la Alianza Atlántica, de que los soldados españoles acudieron a proteger a unos bomberos que estaban sofocando un incendio, y esa fue su única intervención en los hechos.