Una operación militar israelí que pretendía capturar, vivo o muerto, a un dirigente de Hamas atrincherado en un edificio del campo refugiados de Askar, cerca de Naplusa, acabó con la muerte de cinco palestinos y un soldado israelí. El raid fue el más grave de los ocurridos en Cisjordania y Gaza desde que los grupos armados palestinos decretaron el alto el fuego el 29 de junio. Ocho palestinos resultaron heridos en la misma operación y el edificio fue dinamitado y arrasado por los bulldózers, pero los soldados israelís no lograron su propósito.

El jefe de las fuerzas israelís en Cisjordania, el general Gadi Einsenkot, desmintió que con ese ataque Israel hubiera violado la tregua, y dijo que el edificio "era un taller de fabricación de bombas".