Desde hace 11 días, la tregua vigente en Gaza desde junio ha pasado a ser papel mojado. Ni Israel ni Hamás han oficializado su defunción, pero ambos vuelven a estar enfrascados en una dinámica de desgaste: los palestinos disparan cohetes artesanales y los israelís bombardean desde el aire o ensayan incursiones de poca envergadura. De momento no son más que escaramuzas, pero en ambos bandos crece la presión para finiquitar definitivamente la tregua y volver a la guerra sin cuartel.

En el interludio, siguen cayendo palestinos, y van ya 17 en menos de dos semanas. Ayer murieron otros cuatro abatidos por un misil, todos ellos militantes de los Comités Populares de Resistencia, una facción cercana a Hamás, el partido que controla el poder en la franja. Los islamistas respondieron lanzando media docena de cohetes sobre la zona del sur de Israel.

El Gobierno israelí pidió al Ejército que presente distintos planes para atacar Gaza. Los militares saben que Hamás está aprovechando la tregua para preparar a sus milicianos y rearmarse, pero el Ejecutivo vacila. Tanto la oposición como sus aliados en el Gobierno le piden que olvide las contemplaciones.