Un pisotón involuntario en un autobús urbano desencadenó el sábado en Milán cinco horas de guerrilla urbana entre jóvenes de origen árabe y latinoamericano que dejó un muerto, dos heridos, 36 detenidos y cuantiosos daños materiales. La mayoría del centenar de protagonistas eran jóvenes, pertenecientes en su mayoría a la primera generación de hijos de inmigrantes nacidos en Italia, por lo que la preocupación de las autoridades es mayor que en otros disturbios.

El escenario de los incidentes, durante los que los magrebís destruyeron numerosos restaurantes latinoamericanos, vehículos aparcados en la calle y tiendas de italianos, fue Via Padova, una calle de tres kilómetros con la mayor densidad de inmigrantes en el noreste de Milán. A la multietnicidad se le suma la venta de drogas, la prostitución y los ajustes de cuentas, un cóctel que ha devaluado un barrio donde en los años 60 vivía la pequeña burguesía.

Las discusiones comenzaron a bordo del autobús número 56, cuando el egipcio Ahmed Andel Aziz el Sabed Abdu, de 19 años, pisó sin querer el pie de un peruano o ecuatoriano. Al llegar a la parada, bajaron todos los jóvenes, salieron a relucir las navajas de los latinos y el pizzero egipcio fue acuchillado en el tórax, cayendo muerto. Sus compañeros empezaron a perseguir a los latinoamericanos por la calle y sus aledaños y la emprendieron contra todo lo que encontraban.

A las reyertas se unieron las mujeres árabes que desde los balcones empezaron a tirar objetos. Cuando llegó la policía municipal y la nacional, la caza al latinoamericano prosiguió. "Alá es el más grande", gritaban los magrebís, que intentaron primero llevarse el cadáver del compañero, cosa que la policía impidió, para después encender una fogata en el lugar de su muerte.

El imán de la mezquita local, Mahmud Asfa, pidió a su comunidad que "no busque venganza", pero la policía mantuvo la pasada noche la vigilancia.