WASHINGTON acogió ayer mucho más que la despedida emocionada a Ronald Reagan, el 40º presidente de EEUU fallecido el sábado. Ante su viuda, Nancy Reagan; el resto de su familia; líderes actuales y pasados del país y del mundo, y el resto de los 4.000 invitados, el sepelio se convirtió en un mensaje de patriotismo. El recordatorio del líder muerto fue también un recordatorio de cómo piensa la mayor potencia del mundo. "Dios nos ha dado una misión especial", dijo el pastor John Danforth. I. N.