Quienes debían celebrar ayer en Irak el cuarto aniversario del derrocamiento del dictador que les masacró durante decenios, salieron a la calle ayer, pero no para congratularse, sino para exigir la retirada de las tropas que entonces ocuparon el país. Centenares de miles de chiís acudieron al llamamiento del cabecilla radical Moktada al Sadr y tomaron las calles de la ciudad santa de Nayaf para expresar su rechazo a la presencia de la coalición militar multinacional encabezada por EEUU.

El 9 de abril del 2003, un grupo de soldados estadounidenses, a bordo de sus blindados, derribó la gigantesca estatua de bronce de la plaza del Paraíso, sita en el centro de Bagdad, ante una nutrida representación de la prensa internacional. Ya entonces, en medio de un Bagdad arrasado por los saqueadores, se alzaban voces dentro de Irak que temían lo que iba a suceder: que el fin del régimen de Sadam había reavivado los odios entre comunidades y etnias.

BANDERAS NACIONALES Ayer, los chiís salieron en masa, haciéndose eco de esos temores, muchos de ellos portando banderas nacionales, para exigir la salida de las tropas extranjeras. "Después de cuatro años de ocupación, en Irak solo se ha vertido sangre, pero no tiene servicios públicos, ni agua", denunció el diputado Naser al Rubai. "Nosotros no decimos que haya una soberanía parcial; decimos que no hay soberanía", clamó.

La protesta, que demostró una vez más la radicalización de los chiís y la marginación de los líderes espirituales moderados, fue pródiga en consignas contra las tropas estadounidenses. "Muerte a América", coreaban los manifestantes, reunidos en la plaza Sadr de Nayaf. "Toda esta masa ha venido para mostrar su rechazo al ocupante y pedir su salida", declaró el diputado Falá Hasán Chansil, fiel a Al Sadr.

El comunicado emitido por Moktada al Sadr no daba lugar a dudas respecto a lo que pensaban los chiís acerca de sus salvadores , hace ya cuatro años: "Hay que hacer oír a todo el mundo el rechazo de los iraquís a la ocupación; la permanencia de las tropas norteamericanas en Irak depende del pueblo iraquí, por lo que nadie tiene el derecho a prorrogarla o a pedirla".