Donald Trump se ha empeñado durante toda la campaña electoral en retratar a Joe Biden como un político clásico de Washington y, a la vez, como un socialista o, cuando menos, un títere cuyos hilos movería el ala más a la izquierda del Partido Demócrata. Sin embargo, es otra historia de Biden, la de sus raíces vitales y políticas, la que puede acabar inclinando la balanza de las urnas para situarlo en la Casa Blanca.

Biden construyó su propuesta presidencial en buena parte con una estrategia que ponía gran peso en recuperar Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Esos son los tres estados en los que durante décadas se fue alzando el llamado muro demócrata que en 2016 Trump logró quebrar frente a Hillary Clinton. Y los tres vuelven ahora a ser fundamentales.

Muy ajustados

El golpe de Trump hace tres años lo dieron solo 77.744 votos en los tres estados, suficientes para sumar los 46 votos del colegio electoral que reparten. Y ahora todo apunta a resultados similarmente ajustados, pero esta vez a favor demócrata. De hecho, en Wisconsin la victoria de Biden se ha construido, según los votos contabilizados hasta ahora, en 20.517 papeletas. La de Trump, cuya campaña este miércoles anunciaba que solicitará un recuento, se basó en 22.748.

Las argucias y batallas legales han comenzado ya también en Michigan y Pensilvania, donde el proceso avanza a paso seguro pero con los ritmos lentos que marcan normas y regulaciones y el aumento disparado en medio de la pandemia del voto por correo. Y con ese voto siendo uno que tradicional y abrumadoramente se inclina demócrata,

Biden confía en los avances hechos en las grandes ciudades como Filadelfia o Pittsburgh en Pensilvania o Detroit en Michigan, así como en sus áreas metropolitanas. Pero también los datos preliminares apuntan a que el demócrata puede haber logrado recuperar parte del voto obrero al que Trump prometió entelequias de trabajos que volverían y no han regresado. Ni se les espera.

Huida hacia adelante

Con un dictado de las urnas potencialmente en contra, la huida hacia delante que han encontrado Trump y su campaña no es solo la de la declaración en falso de la victoria sino también la de los tribunales. Este miércoles, además de pedir el recuento en Wisconsin, el equipo del republicano ha anunciado demandas en Pensilvania y Michigan para detener la contabilización de los votos.

Ante el camino emprendido por el mandatario crecen las reclamaciones a "contar cada voto", y no llegan solo de Biden y los demócratas sino también de la calle. Este mismo miércoles en Filadelfia, a unas manzanas del centro de convenciones donde las autoridades realizan esa contabilización, varios centenares de personas se han concentrado en una protesta ante Independence Hall.

Movilización

"Llevamos casi un mes planeando cómo reaccionar porque sabíamos cómo iba a actuar Trump, que iba a retar el dictado de las urnas", explicaba allí Abby Leedy, una joven de 19 años que forma parte de Sunrise Movement, la organización juvenil que está liderando la lucha contra la emergencia climática en Estados Unidos. "Estamos muy preparados y muy decididos. Y si Trump sigue adelante crecerán las movilizaciones y las acciones de resistencia no violenta", decía.

Otras organizaciones y activistas también han diseñado ese camino de protestas. Primero estarán centradas en campañas de presión a las autoridades locales y estatales pero, en caso de que Trump llegue como ha amenazado al Tribunal Supremo, se pueden esperar en EEUU actos masivos de movilizaciones y acciones directas, incluyendo huelgas.

Trump, en cualquier caso, también cuenta con la movilización de sus bases. Este miércoles aparecía en el lugar donde se están contando legalmente los votos en Detroit un grupo que intentaba acceder al edificio. Su grito: "Detengan la votación".