Fue una victoria sin brillo ni lustro. Tal y como se esperaba, el actual presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, obtuvo ayer la victoria en las elecciones presidenciales indirectas celebradas ayer en el país centroasiático. No obstante, la proclamación oficial del triunfo y el inicio del nuevo mandato presidencial de Musharraf para los próximos cinco años deberá esperar hasta el 17 de octubre, fecha en que el Tribunal Supremo se reunirá de nuevo para decidir sobre la legalidad de que el jefe del Estado se presentara como candidato sin haber renunciado previamente a su estatus de militar.

La enorme polémica que ha rodeado la votación para escoger al nuevo jefe del Estado paquistaní (votación por sufragio indirecto en la que han participado las dos cámaras del Parlamento y las cuatro asambleas legislativas provinciales), se refleja en los resultados finales. Entre los parlamentarios nacionales, Musharraf obtuvo 252 de los 257 votos emitidos. Su rival más inmediato, Wahihuddin Ahmed, logró solo dos, mientras que los tres restantes sufragios fueron invalidados. En los órganos legislativos provinciales, 384 votantes de 702 apoyaron al actual jefe del Estado. EEUU felicitó de forma cautelosa a Musharraf.

DIMISION DE LA OPOSICION La dimisión de 160 parlamentarios de la alianza opositora encabezada por Nawaz Sharif, el exprimer ministro paquistaní derrocado por el propio Musharraf en un golpe de Estado incruento en 1999, amén de la abstención de los legisladores vinculados al Partido Popular de Pakistán (PPP), cuya máxima dirigente es Benazir Bhutto y que prefirieron abandonar la Asamblea Nacional en el momento de la votación, pusieron en tela de juicio la legitimidad del proceso.

El acuerdo in extremis al que llegaron durante la víspera Bhutto y Musharraf --considerados como aliados naturales frente al empuje de los conservadores y extremistas islámicos en el país-- para repartirse el poder impidió la dimisión de los legisladores del PPP, así que estos se limitaron a abstenerse en la votación. Una renuncia de los diputados leales a Bhutto habría restado aún más credibilidad a la elección de ayer. Además, los partidarios del presidente no quisieron esperar al anuncio de los resultados y se apresuraron a celebrar la victoria minutos antes.

PROTESTAS DE LETRADOS Coincidiendo con la celebración de la votación, letrados paquistanís protagonizaron varias marchas de protesta en las cuatro capitales provinciales: Peshawar, Quetta, Karachi y Lahore. La policía se vio obligada a disparar gases lacrimógenos contra los manifestantes que lanzaban piedras en Peshawar, capital de la Provincia Frontera del Noroeste, donde los participantes también lanzaron contra un blindado una efigie ardiendo del líder paquistaní.

Ajenos a la polémica que ha rodeado la elección presidencial en el país centroasiático, el entorno de Musharraf se apresuró a celebrar su triunfo en la votación. "Este resultado demuestra que el pueblo quiere una continuidad en la actual línea política", declaró en un indisimulado tono de euforia el actual primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz, sin percatarse de que el resultado solo podrá considerarse válido si el Tribunal Supremo falla en favor de la legalidad de la elección presidencial.

En los últimos días han venido circulando insistentes rumores de que en caso de que el Tribunal Supremo decida en contra de Musharraf, este podría declarar el estado de emergencia o la ley marcial, opciones que el propio general ha descartado. La estabilidad política de Pakistán, un vasto y paupérrimo país de más de 157 millones de habitantes que posee el arma nuclear, se ha convertido en una cuestión prioritaria para Occidente.

CAUTELA DE EEUU Estados Unidos reaccionó con cautela ante la victoria de Musharraf. "Pakistán es un socio y un aliado importante de EEUU y lo felicitamos por las elecciones" declaró el portavoz de la Casa Blanca, Scott Stanzel, que, sin embargo, se negó a comentar los resultados hasta que el Supremo se pronuncie. "Esperamos el anuncio de la comisión electoral y estamos ansiosos de trabajar con todos los líderes de Pakistán en importantes temas bilaterales.