Por vez primera desde el atentado que acabó con la vida de la exprimera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, el presidente del país, Pervez Musharraf, se avino a criticar cómo se ha desarrollado la investigación del magnicidio. Un día después de aceptar la intromisión de Scotland Yard en las pesquisas, Musharraf admitió públicamente no estar "totalmente satisfecho" con el trabajo de las fuerzas policiales.

En especial, el exgeneral criticó que los servicios municipales limpiaran el escenario del crimen poco después de que se hubiera producido. Pese a las lagunas que admitió el propio Musharraf, arremetió con virulencia contra quienes sugieren que Bhutto no ha sido asesinada por islamistas, y que la responsabilidad del atentado recae en los numerosos enemigos que tenía en las filas de los servicios secretos.