Las principales ciudades de Pakistán mostraban ayer un aspecto de relativa normalidad, con los comercios funcionando, los transportes públicos en marcha y una discreta presencia de militares en sus calles, dadas las circunstancias. Pero la elevada cifra de detenidos durante la primera jornada de la aplicación del estado de excepción --alrededor de 500, incluyendo a opositores políticos y magistrados contestatarios del Supremo-- demostró cuáles eran las intenciones del presidente paquistaní, el general Pervez Musharraf: aprovechar el autogolpe militar del día anterior para apuntalar su contestada autoridad. Mientras, los islamistas comenzaron a reaccionar y algunos de sus líderes convocaron a los ciudadanos a protestar en la calle contra el autoritarismo de Musharraf.

"Ha habido entre 400 y 500 arrestos preventivos", confirmó en una comparecencia ante la prensa el primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz. Además de Iftijar Chaudhry, el presidente del Tribunal Supremo, detenido el día anterior tras su negativa a sancionar la imposición del estado de excepción, destacados mandatarios políticos fueron puestos ayer "bajo protección" de las fuerzas de seguridad, incluyendo a Javed Hashmi, mandatario del partido de la formación política del exprimer ministro Nawaz Sharif; a Hamid Gul, jefe de los servicios secretos durante el primer mandato de Benazir Bhutto; y a Imrán Jan, exjugador de críquet y dirigente de la formación opositora al régimen Teehrik-e-Insaf.

BHUTTO SIGUE LIBRE Bhutto, presidenta del Partido Popular de Pakistán, seguía ayer en libertad, pese a sus declaraciones contra el autogolpe de Musharraf: "Estoy muy decepcionada de que Musharraf haya suspendido la Constitución y haya dictado una orden constitucional provisional", dijo la dirigente.

El estado de emergencia, según Bhutto, es una "mini ley marcial" y "conducirá a una confrontación fútil entre el régimen y el pueblo, lo que ayudará a los islamistas a explotar la situación en su ventaja". Y es que, tras la sorpresa inicial, los islamistas han comenzado ya a reaccionar. Ante una audiencia de 20.000 personas en Lahore, Qazi Husein Ahmed, veterano dirigente islamista convocó a sus simpatizantes a salir a la calle para "derrocar al dictador".

"DEBE MARCHARSE" Desde el exilio en Arabia Saudí, el exprimer ministro Nawaz Sharif instó a Musharraf a dimitir: "Debe marcharse porque es parte del problema; mientras prolongue su poder, Pakistán (una potencia de 160 millones de habitantes que posee el arma nuclear, NDR) se deslizará hacia la anarquía".

La primera consecuencia de la imposición del estado de excepción será el casi seguro aplazamiento de las elecciones, previstas para principios del 2008.