El presidente de Pakistán, el exgeneral golpista Pervez Musharraf, prometió ayer mano dura para atajar las acciones de los grupos terroristas, un día después de que un atentado contra un mezquita shií en Quetta causara la muerte de 49 personas. Pakistán responderá con "severidad", declaró.

"Son unos ignorantes y unos salvajes", se desgañitó Musharraf en una conferencia de prensa. El presidente paquistaní, que desde la guerra en Afganistán se ha convertido en un aliado de EEUU en el subcontinente asiático, no descartó la posibilidad de que en el atentado estuviera implicada alguna "mano extranjera".

Aunque no lo mencionó, todas las suposiciones apuntaron a grupos vinculados con la red terrorista de Al Qaeda. El mismo Musharraf, en declaraciones publicadas ayer por el diario francés Le Monde, reconoció que Osama bin Laden puede hallarse en Pakistán. El presidente expresó su convencimiento de que Bin Laden está vivo y se oculta en la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán, donde viven numerosos partidarios de Al Qaeda.

El atentado en Quetta ocurrió el viernes en la principal mezquita de la ciudad durante la plegaria más concurrida de la semana y provocó 49 muertos y 60 heridos. Miles de shiís tomaron parte en las honras fúnebres. Fuentes municipales informaron de que un profesor suní había sido asesinado por una multitud de shiís que clamaba venganza por el atentado.