En el estado federado de Turingia viven algo más de 100.000 ciudadanos extranjeros, un 4,9% de su población total, y alrededor de 7.000 musulmanes, una de las cifras más bajas de la República Federal de Alemania. Esas estadísticas oficiales contrastan con el éxito electoral que tiene el discurso antimigratorio e islamófobo del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

La formación, fundada en el 2013, obtuvo casi más del 23% de los votos en las elecciones regionales del pasado domingo. Más de 250.000 personas votaron por AfD. Su líder es Björn Höcke, un profesor de secundaria metido a político profesional que no tiene reparos en utilizar en sus discursos jerga usada por el nacionalsocialismo en la década de los 30 del siglo pasado y en desfilar codo con codo con militantes del partido neonazi NPD y del movimiento islamófobo Pegida. Höcke es un excelente demagogo que aspira a liderar a AfD a nivel federal.

"¿Qué será lo primero que haremos cuando gobernemos este estado? Lanzaremos la iniciativa de expulsión en el 2020. Aprovecharemos mejor el aeropuerto de Erfurt, organizaremos vuelos para expulsar a refugiados y extranjeros, y le mostraremos al Gobierno federal cómo se hacen las cosas”. Esta fue una de sus promesas más aplaudidas por el público en un acto electoral celebrado la semana pasada en el pueblo de Sömmerda.

Apenas a 30 kilómetros de allí vive Suleman Malik, líder en Erfurt de una pequeña comunidad islámica de Ahmadía, una rama heterodoxa y reformista del Islam que tiene sus raíces en India y Pakistán, y perseguida en muchos países del mundo musulmán por ser considerada hereje. Malik conoce bien Turingia: vive en ese estado germano oriental desde hace 20 años, cuando su padre llegó a Alemania como refugiado tras salir de Pakistán huyendo de la persecución que sufría por ser ahmadi.

"HÖCKE ES UN FASCISTA"

Malik no se anda con rodeos a la hora de definir al líder de AfD. El líder musulmán tuvo la oportunidad de conocerlo en persona y de hablar con él en el Parlamento regional de Turingia. Él y su comunidad han buscado repetidamente el diálogo con la fuerza ultraderechista más exitosa de la historia de la República Federal. AfD es, en definitiva, un partido elegido democráticamente, argumenta, y por tanto es necesario explicar las posiciones teológicas de la comunidad a la que él representa.

Malik regaló un Corán a Höcke e intercambió impresiones con el líder ultra. No ha servido de mucho. El ciudadano musulmán sigue recibiendo amenazas de muerte en internet. A pesar de que las estructuras radicales y neonazis son históricamente fuertes en Turingia, el líder ahmadi subraya que el surgimiento de AfD agrava la situación de minorías religiosas como la suya y acelera el terrorismo ultra. “El lenguaje de Höcke es irresponsable, alimenta los miedos y lo considero moralmente responsable de los ataques terroristas como el de Halle”.

Suleman Malik hace referencia al último episodio de terrorismo neonazi de Alemania: el pasado 9 de octubre, un aparente lobo solitario atacó con armas de fuego y granadas una sinagoga en la ciudad de Halle, situada en el también estado oriental de Sajonia-Anhalt. No consiguió matar a ninguno de los 80 miembros de la comunidad judía congregados ese día. El terrorista acabó asesinando a dos personas que se encontraban casualmente cerca del templo.

PRIMERA MEZQUITA EN EL ESTE

“Turingia es mi casa y no voy a dejarla porque haya ultraderechistas. No les pienso regalar mi casa a aquellos que quieren dividirnos”. Esto dice Malik cuando se le pregunta sobre la sensación de inseguridad que sufre la minoría musulmana en los bastiones de AfD. Su siguiente proyecto es construir la primera mezquita de los cinco estados federados de Alemania del este. La comunidad ahmadí ya recibió el permiso para poner la primera piedra en Erfurt.

La mezquita ha desatado protestas y una campaña ciudadana en contra liderada por el AfD. Ante la puerta del terreno han aparecido cruces y cabezas de cerdo. Las amenazas de muerte también se han sucedido. Tal vez esos ataques no sean (todavía) mayoritarios en Turingia, pero Malik es consciente del peligro que corre y pide al resto de conciudadanos y partidos que no se dejen llevar por el discurso de odio.

La historia reciente de Alemania demuestra que esa dialéctica puede llegar a ser mortal, argumenta Suleman: “El asesinato es solo el final más extremo de una cadena de violencia que comienza con la agresión verbal, se transforma en insultos, continúa con daños materiales y ataques físicos antes de que la muerte del otro desemboque en la satisfacción propia”.