Los talibanes asesinaron a su hermano. Y ella adoptó su identidad, se vistió de hombre y salió a trabajar. Lleva 11 años ocultando su sexo y sufriendo las secuelas de una bomba que desfiguró su rostro. El equipo de cirugía plástica del Hospital Clínico de Barcelona se lo intentará reconstruir el miércoles y la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA), junto con la Obra Social de La Caixa, ha abierto una cuenta --número 2100 3207 02 2200296059-- con el fin de reunir fondos para ella.

--Su infancia fue un paraíso.

--Sí. Vivíamos con desahogo en Kabul. Dice mi madre que, antes de la guerra, los parientes le decían que yo era una niña preciosa. Todo el mundo me adoraba. Era como una muñeca. Iba a empezar mi segundo curso y...

--Llovieron bombas en Kabul.

--Sí. Una de aquellas bombas lanzadas por los muyahidines explotó en mi casa. Se incendió y quedó reducida a cenizas. A mí me destrozó los brazos y la cara. Durante mi estancia en el hospital, que duró unos dos años, mi hermano mayor fue a comprar comida y ya no volvió. Se negó a dar dinero al Ejército talibán y lo mataron en la calle.

--Y nada volvió a ser lo mismo desde aquel día de 1996.

--Nada. A mi padre se le desencadenó una enfermedad mental, mi madre estaba mal del corazón y mis hermanas eran pequeñas. Solo yo podía mantener a la familia. Pero habían prohibido a las mujeres trabajar fuera de casa. Así que compré ropa de hombre y salí a trabajar como un hombre.

--Pero solo tenía 10 años.

--¡Estaba muerta de miedo! Todos dijeron que muy peligroso.

--¿En qué trabajó?

--Como el campo en Afganistán no está mecanizado, empecé cuidando los pastos para el ganado en una granja. Luego cultivé maíz y trigo, abrí zanjas, recogí verduras y hortalizas.

--¿Nadie supo que era mujer?

--Nadie lo sospecha. Incluso una vez se lo dije a la directora de mi escuela y no me creyó. Le mostré mi pelo y aun así...

--¿Y los pechos? ¿Y las caderas?

--... No quiero que salga en su diario cómo los ocultaba.

--¿En qué momento se ha permitido ser mujer?

--Nunca. No ha sido posible.

--¡Eso es insostenible!

--No lo es si tu prioridad es mantener a tu familia.

--Ahogar la identidad tiene un precio...

--He pensado muchas veces en el suicidio, como otras muchas, pero eso sería egoísta. No pensar en mi familia sería una traición.

--Tiene 21 años, los talibanes ya no están y sigue de hombre.

--Si descubrieran mi identidad, la gente se enfadaría. Considerarían que los he estafado. ¡Todo el mundo cree que soy hombre!

--¿Y el amor? ¿Y la posibilidad de crear una familia?

--He corrido innumerables peligros y he sufrido muchísimo. No puedo pensar en el amor. ASDHA me costeó los estudios de inglés y de informática, y estudio dirección de empresas para ganarme mejor la vida.

--Imagino que sus padres estarán muy orgullosos.

--Mi madre siempre me ha animado. "Hija mía, tú puedes hacer lo que te propongas", me alentaba. A veces, incluso dice que no solo tiene una buena hija, sino también un buen hijo.

--¿La situación general no ha mejorado?

--A mi juicio nada ha cambiado. Durante el régimen talibán vivía aterrorizada y ahora sigo aterrorizada. La seguridad en mi país es pésima. Todo el mundo tiene problemas psicológicos. Las mujeres siguen llevándose la peor parte. Y Europa nos tiene un poco olvidados.

--El miércoles se le abrirá la oportunidad de renacer. ¿Ilusionada?

--Sí. Si la operación del Clínico tiene éxito quizá pueda volver a ser una mujer. ¡Estoy cansada de ser un hombre! Quiero tanto vestirme con ropas de mujer... Y vivir con mi familia en otra parte del país, donde no me reconozcan. Pero no estoy muy segura de poder recobrar el rostro que tenía antes de la bomba...